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2016/2017

 

 

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¿POR QUÉ SE SUICIDÓ INOCENCIA?

 


Inocente, Inocencia, siempre creyó en los profetas, de cuya existencia se enteró leyendo un libro de cuentos infantiles con muchas ilustraciones muy coloridas que le regaló su madre para su quinto aniversario. Por razones inexplicables sintió que ese conocimiento era un pecado que la llevaría al horror rojo de las llamas del infierno, (de la existencia del infierno se enteró por otro libríto que le regaló una viejita pandereta en la puerta de su casa), por lo que lo mantuvo secreto a la luz del mundo, en el mayor de los misterios, hasta su muerte.
Una noche. Inocencia despertó y encontró a Satanás en su cama, que le recitaba poemas eróticos, (a él, lo conoció en otro librito que le regaló sus papá una noche que le contaba cuentos de sustos); acongojada y temerosa por semejante personaje, cogió rápidamente una palangana de hierro y le pegó, le pegó, le pegó, hasta que dejó de respirar. Entendió ahora, que estaba en pecado mortal, (matar es pecado mortal había dicho el sacerdote en una de las misas que escuchó cuando tenía seis años), y le esperaban las llamas rojas del fuego del infierno.
Cuando Inocencia llegó a las puertas de lo que pensó era el infierno y comenzó a sentir el calor de las llamas rojas, recibió un mensaje en su celular ultrainteligente que le comunicó, que el Papa había decretado hace un par de días, la inexistencia del infierno.
Entonces para no perder mas tiempo en equívocos, decidió suicidarse y cometer el último pecado de su vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SUICIDIO

A Ricardo Piglia, gracias, por su cuento La pared

 

 


Días después aun persiste la emoción, la congoja que produjo en mí, la lectura del cuento.
El personaje, un "viejo" acosado por sus recuerdos y el malestar con su hijo y su nuera "harpía" (sic), mas deseoso de continuar viviendo (en) el mundo exterior, decide encarcelarse en un asilo de ancianos ya demasiado lelos para él. La pared que se construye alrededor del predio, termina por cerrar la última puerta de la cárcel que le permitía vivir y sentir el mas allá, el afuera: la gente, tos buses, el jockey con su extraño caballo, en fin, la vida. El "viejo'1 al enclaustrarse comete suicidio, se suicida metafóricamente.
Y aquí, la epifanía: el suicidio me llevó a recordar, (por suerte, me dije, aun conservo la capacidad de recordar), dos relatos breves que escribí hace varios años, en tos que los personajes se suicidan. En uno de ellos el personaje se mata: o sea, de acuerdo con el significado de la palabra en el diccionario de la Real Academia, suicidio, acción y efecto de suicidarse, ,
suicidarse, quitarse voluntariamente la vida. Esta es la definición que usamos: la persona, en este caso el personaje, así lo hace: se cuelga con una soga, mas podría haber tomado veneno para ratas o barbitúricos, ahogarse en un río como el personaje de Virginia Wolf, o pegarse un tiro en la sien o en el corazón.
En el otro relato el suicidio es metafórico. El personaje se suicida destruyendo su obra, en este caso sus obras de arte, (las fotografías y sus negativos), en las que invirtió cincuenta años de su vida, tirándolas en un río para que la corriente las haga desaparecer, al Igual que Kafka, cuando, sentado en un sillón frente a la chimenea encendida hace quemar sus
manuscritos y hacer cenizas sus creaciones literarias.
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La pared, es el río, la chimenea, que culmina el suicidio alegórico del "viejo" del cuento.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AVANCES TECNOLÓGICOS I

 

 


Divina nos esperaba en la puerta de salida del aeropuerto de Boston con una amplia sonrisa, un abrazo suculento, y, un entusiasmo opíparo para llevarnos a conocer y disfrutar del mayor avance tecnológico, (nos dijo con una nueva sonrisa), de la última década en su ciudad.
¡Verán que maravilla!
Detuvo el vehículo frente a un banco, nos hizo descender y cruzar la calle exclamando eufórica: ¡aquí estamos, ya verán!
Nos colocamos frente a una pantalla y un teclado embutidos en la pared del banco. Ella sacó de su porta documentos usando el índice y el pulgar de su mano derecha una tarjeta de plástico como haciendo un acto de prestigitación, la introdujo en una ranura, dígito unos números, la pantalla preguntó cuánto, dígito 100, y la máquina, haciendo un suave ruido mágico, le espetó por otra ranura un billete de cien dólares. Su cara adquirió un brillo como de amanecer soleado, retiró el billete, lo hizo contonearse delante de nuestra azorada incredulidad; ¿qué les parece?, ¿no es ésto una gran maravilla tecnológica?, y agregó, acaban de instalar las primeras cinco ATMs en la ciudad. Estamos conmovidos.
i Maravilla i Dijimos pensando en el país de donde veníamos: Haití, donde mas del noventa y nueve por ciento de la población nunca ha entrado a un banco.
Estábamos, cuando llegamos a Boston, en los años finales de la década de los setenta del siglo XX.


*****


A poco pasos de la maravilla, se encuentran dos de las mas prestigiosas universidades del mundo: la universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT.
En la primera, el Sr. Barak Obama y su esposa, eran o serían poco después, brillantes alumnos y egresados de la misma, y años mas tarde el Presidente y la Primera Dama de los EEUU. En la segunda estaban desarrollando modelos de aviones no tripulados y drones que el Sr. Presidente usaría para espionaje, bombardeos y asesinatos de terroristas y civiles en varias áreas geográficas del mundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ABEJA EQUIVOCADA (ADELANTOS TECNOLÓGICOS II)

 

 


Golosa, la abeja hizo un vuelo caprichoso. Se acercó hambrienta, eufórica a la suculenta flor que le ofrecía abundante polen a libar. Tarde percibió que la flor era de plástico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DOMINGO CASERO (Avances tecnológicos)

 

 


Hoy es domingo y decidí hacerlo casero.
Estoy verdaderamente cansado. La semana pasada ha sido muy ajetreada: a mi auto se le ocurrió enfermarse, se le recalentó el motor, me dejó varado en plena hora pico en medio de una lluvia torrencial, me empapé hasta los tuétanos y ahora estoy con una gripe que no claudica ni con antigripales ni con tés con limón miel y jengibre que me recomendaron como el mejor tratamiento. Cansado no es la mejor palabra: estoy exhausto, abrumado, porque además, me cayeron un montón de cuentas por pagar, no he recibido el salario y no tengo quien me preste. O sea, cansado, exhausto, abrumado y sin plata, ¿cómo cree que me siento?
Pasé los días y las noches engatusado por las porquerías de la tele y haciendo amor virtual con mi novia que me prometió venir hoy a hacer una
buena cena y hacer el amor piel con piel.
.
Hoy es domingo y decidí hacerlo casero para ver si se termina la mala racha y mi gripe.
Me desperté como a las diez, en realidad a las diez y siete minutos según el despertador. Me sentí mejor, ya sin fiebre y sin esos dolores musculares que me tenían como si todos los huesos y las articulaciones estuvieran herrumbrados. Una buena desperezada, una buena orinada, un buen cigarrillo, una buena lavada de cara, unos buenos huevos revueltos con salsa mexicana, un buen café bien azucarado, la lectura del periódico, la esperanza de una buena cena y una buena cogida con mi chica. El sol brilla afuera y me da nuevos bríos para disfrutar el día y enterrar el pasado inmediato.
Me irrita leer el periódico, es pura mierda lo que destila. Crímenes, violaciones, asaltos, robos, fraudes, muertes en accidentes, calumnias, y en lo político, pura verborrea. En la parte deportiva, siempre los desboles malintencionados de la FIFA, Messi, Ronaldo, y ahora ese tico del Real Madrid que lo encumbran como si fuera un nuevo dios, eso sí, millonario. Feliz que lo logró. Ojeé las tres primeras páginas y lo tiré a la basura.
Hoy es domingo y decidí hacerlo casero

Son las once y treinta y cinco, puse mi ropa sucia acumulada de la semana en la lavadora, plancho ahora algunas camisas que habían quedado lavadas, mientras espero que ella me llame, ella, mi novia, que, como ya dije, me prometió venir esta noche a hacer una sabrosa cena y después hacer el amor hasta la madrugada, que también me prometió.
Aproveché para limpiar un poco la cocina; a ella no le gusta encontrarse con todos los platos sucios, ollas y sartenes, que siempre dejo acumular para los domingos.
Hoy es domingo y decidí hacerlo casero.
En esos rumbos estaba cuando suena el celular; sonreí alegría. Hola querido, ¿podrías darme ocho minutos de tu vida, para solucionar el problema que tenemos?, Esa no es la voz de ella, esa voz de mujer la desconozco; además, ¿solucionar problema que tenemos? Estás loca, dije, y colgué. Cuatro veces sonó el teléfono ininterrumpidamente; la quinta vez decidí dejarla hablar: usted me conoce pero se hace el indiferente. Usted tuvo la suerte de ser elegido, ya que yo soy quién puede planificar su vida que está muy desorganizada; oiga bien, usted tuvo la gran suerte de haber ganado la rifa, salir elegido en un concurso en el que participaron millones de personas de todos Jos continentes; no, no corte, escuche bien señor, no murmure palabras soeces, escuche, yo soy la única que puedo hacerlo feliz, le ofrezco una enorme variedad de opciones para que sea feliz, le repito F E L I Z, sí, con mayúsculas, puedo diseñarle sus comidas, informarle su glicemia a cualquier hora del día, si le falta alguna vacuna, (sé que le falta la antirrábica), si su novia que hoy vendrá a su casa está menstruando y no hará el amor, porque no le gusta hacerlo cuando está así, (hoy está menstruando), si su cepillo de dientes está gastado y debe reemplazarlo, si la camisa que está usando tiene el cuello luido y no la debe usar mas, si su nevera ya no congela y debe cambiarla porque además le está gastando mucha electricidad, si tiene riesgo de incendio ya que hay varios cables pelados en su apartamento que debe reemplazar, si su auto tiene gasolina, si su perro que tanto ama está lleno de pulgas, (lo está, compre pulgol que lo va a curar), que su dedo gordo del pie derecho piensa demasiado y por eso le duele, (en realidad usted debería consultar a su médico para que le hagan una uricemia, o si prefiere, me lo pide a mí y su deseo será inmediatamente cumplido), si su antisudoral está vencido y su sobaco

huele terrible, (me lo ha dicho ella, su novia), puedo diseñar la mejor cirugía plástica para su sonrisa y sus nalgas, también a su novia,...estás loca, colgué.
Otra vez el teléfono: no sea cabeza dura, no sea mas obsoleto de lo que es, escúcheme bien, se da cuenta ahora quien soy, soy la app reina, la APP de todas las app's, casi un dios para su confort y felicidad...colgué.
Hoy es domingo y decidí hacerlo casero.
Cuando llegó mi novia, la abracé, le di varios besos y le conté lo acontecido. Cuando nos acostamos para hacer el amor, apagué el celular por si las moscas. Entonces me dijo que estaba menstruando y que mis sobacos olían mal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

APAGÓN

 

 


La noche apagó el atardecer, apagó las sombras de los árboles sobre la arena, apagó la sombra alargada de Hugo que llegaba hasta las duras rocas donde se estrellaban las olas; una ola inocente apagó su vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA FOSA (Número de caso X0811623)

 

 


El Azar, como tantas veces en la vida y en la historia, se hizo présente aquella mañana soleada de un invierno gris.
El fuerte brazo de la gigante excavadora dio uno, dos, tres manotazos, abriendo el subsuelo del nuevo edificio de noventa pisos que engalanaría la ciudad.
El maquinista detuvo bruscamente el brazo demoledor al ver restos humanos mezclados con rocas y arcilla.
Eran veinte, o treinta, o cincuenta, o cien, o, los cadáveres encontrados. Asesinados a balazos. Asesinados por la policía, asesinados por el ejército, asesinados por los paramilitares, o los guerrilleros, o los narcotrafícantes, o... Asesinados.
Nunca fueron identificados los muertos, nunca fueron identificados quienes dispararon, nunca fueron identificados los que dieron la orden. Nunca.
Solo el azar permitió saber que allí existía una fosa única para los desaparecidos.
El azar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AVISO AL LECTOR

 

 


Todo sucederá como previsto, el próximo 28 de diciembre día de todos los santos inocentes.
Varios meses he dedicado a urdir las diferentes fases del plan en todos sus detalles, analizando cuidadosamente los pros y contras de cada acto.
Le cuento: el día veintiocho de diciembre próximo aparecerá en varios periódicos de circulación nacional un anuncio destacado con el siguiente texto:
YO, ROMEO DE LOS SANTOS INOCENTES COMUNICO A FAMILIARES, AMIGOS, Y CONOCIDOS, MI FALLECIMIENTO EL DÍA DE AYER EN LOS ÁNGELES, CALIFORNIA. MI CUERPO SERÁ CREMADO EL DÍA DE HOY Y LAS CENIZAS SERÁN ENTERRADAS EN LAS ORILLAS DEL RÍO EL OLVIDO Y SOBRE ELLAS SERÁ PLANTADO UN CEIBO URUGUAYO QUE ELLAS ALIMENTARÁN.EN ESTE ACTO, SE OIRÁ LA MÚSICA DE LA SINFONÍA DEL NUEVO MUNDO DE DVORAK.
CONDOLECÍAS, SI LO DESEAN, PUEDEN ENVIARSE A MI CORREO ELECTRÓNICO, PARA QUE QUEDEN COMO TESTIMONIO VIRTUAL EN LA NUBE CIBERNÉTICA, AD ETERNUM.
Yo estaré disfrutando plácidamente ese día y varios mas, el sol, las aguas cristalinas y las palmeras del Caribe, esperando los correos que quizá lleguen. Cada uno recibirá una respuesta automática que dirá:
AL AMIGO/AMIGA/PARIENTE QUE QUIZÁ HAYA LAGRIMEADO POR LA NOTICIA, GRACIAS POR RECORDARME, LES ESTOY ETERNAMENTE AGRADECIDO DESDE YA. QUE LA INOCENCIA LES VALGA. ¡SALUD!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAJA 4

Emilio se obligó a seguir mirando esa figura consumida. Ricardo Piglia

 

 


Los reconocí al acercarse a la caja 4 y comenzar a descargar las compras apiladas en el carrito metálico del supermercado.
Ella, T.f en silla de ruedas, canosa, delgada, pálida, consumida; él, R. empujaba con dificultad el carrito y la silla, consumido.
Una sensación muy intensa me paralizó al verles, que me impidió acercarme a saludarles...
Ellos, comprendí angustiado, me estaban mostrando sin querer, un posible futuro para mí...
Esperé que salieran y, recién entonces empujé mi carrito a la caja 2, .lenta, muy lentamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CÓMPLICES

 

 


Los trinos y el perfume de rosas rojas son acallados y se funden con los sonidos turbulentos de picos y palas empapadas por el sudor cómplice de los soldados cómplices.
Tirarán los cuerpos torturados de los indeseables y revoltosos izquierdistas asesinados ayer por otros soldados y generales cómplices de las dictaduras en el Río de la Plata.
El silencio, cómplice también, los mantiene enterrados aun hoy, cincuenta años después.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AZARES

 

 


Acabo de abrir un libro de hojas desmayadas, resecas, toscas, amarillentadas. En su prólogo se discute la fecha de nacimiento del autor del mismo: Roberto Arlt, importante escritor argentino de inicios del siglo XX.
Lo que provocó mi interés, es que una de las fechas en discusión se encuentra en la compilación "Cuentistas argentinos de hoy", publicada en 1929 por la editorial Claridad, en Buenos Aires.
Estas dos palabras. Editorial Claridad, provocaron la epifanía que me conduce a escribir este breve relato.
Hace muchos años, en mi adolescencia, cuando recién despertaba mi voracidad lectora, alguien me hizo llegar una copia envejecida del libro Citroen 10HP, del escritor ruso 11 ya Ehrenburg. Su lectura, tanto el contenido como la técnica literaria usada por el autor, quedaron grabadas en mi memoria, pero la presencia física del libro quedó perdida en alguna de la bibliotecas que dejé abandonadas en mi exilio.
Tres o cuatro años atrás tuve el deseo de releerlo. Lo busqué en las librerías de usados en San José, mas nadie siquiera sabía de la existencia del autor. Estoy seguro, eso sí, de que sí mi amigo y gran librero Dante Polimeni estuviera vivo y su maravillosa librería Macondo estuviera abierta, él si lo sabría y quizá lo tendría. Pero Dante ha muerto y su librería también.
Por entonces viajé a Buenos Aires, Argentina; me dije: en esta ciudad se encuentran los libros inencontrables. Así fue.
Fue caminando por la abigarrada de turistas y nacionales presurosos, la peatonal Florida, conocida por sus negocios "chic", el centro comercial Pacífico, donde se encuentra el Espacio Cultural Borges, y donde siempre hay alguna pareja profesional bailando tango y ganándose la vida.
En una esquina próxima al Parque San Martín, hay un sótano donde se encuentran tres o cuatro librerías de viejos y usados, atendidas por verdaderos libreros, conocedores, coleccionistas de raros, ávidos lectores.
Allí llegué con la esperanza de conseguir mi deseado libro; allí huele a moho, a viejo, a historia. (Siempre imagino a Borges, husmeando allí).
Primera librería; busco Citroen 10HP; lo conozco, pero no lo tengo. Fue editado por la editorial Claridad, 1930, traducción de M. Pumarega. Busque en las otras librerías, es posible que lo tengan aunque es difícil.
Segunda librería; deja el mate que estaba tomando y me da la misma respuesta.
Tercera librería; creo que lo tengo, déjeme buscar. El hombre se internó en un laberinto oscuro, maloliente, lleno de joyas literarias e históricas; salió indemne dos minutos después: aquí lo tiene; el libro, amarillo, mas bien café claro, comido en sus esquinas por cucarachas, o polillas, o la humedad, o la historia de su vejez; es un libro histórico agregó, cuídelo, ya no se consigue.
Mi alegría fue enorme, gracias, gracias, me entrega una amada nostalgia.
Ahora, mientras escribo, tengo el libro delante de mis ojos; mi biblioteca literaria es su nuevo hogar; seguramente, en un futuro mas o menos próximo, mas o menos lejano, estará en otro hogar, espero, para continuar viviendo, después de su publicación hace ochenta y seis años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BREVE HISTORIA DE UN ENCUENTRO

 

 


Mis ojos circularon ávidos las tapas de los libros de la biblioteca.
Una voz atrevida, corrosiva, y amenazante, cuyo origen no pude ubicar, dijo: ¿por qué me haces esto?, me has herido, me siento violentado por tus deseos, con tus delirios de grandeza.
No entiendo qué me quieres decir, dije en respuesta a alguien cuya voz desconozco.
Eres un atrevido, soberbio, y ególatra, me responde la voz, y continúa: ¿por qué me has colocado entre el sabio Borges y el magnífico Cortázar? No merezco estar en ese sitial de honor, entiéndelo.
Pero, ¿quién eres?
Soy el libro que tú has escrito.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONCURSO DE ORATORIA

A Carlos Casacuberta,
Amigo siempre
Aunque ya no estés presente

 

 


Esa mañana soleada sucedió, lo que hubiera sucedido sin desearlo, sin premoniciones, sin esperanzas vanas de que no sucediera; como que algo o alguien, el sino, el azar, un dios maligno o benigno, lo hubiera planeado en el mas estricto de los secretos.
El anuncio fue muy bien recibido; podría decirse que los alumnos del colegio estaban esperando que sucediera. Para promover la lectura, el director del instituto decidió organizar junto a los docentes de literatura, un concurso de oratoria entre los alumnos de los sextos grados.
Los alumnos que decidieran participar deberán preparar un discurso de quince minutos para presentar al público asistente: para ello tendrán dos meses y la temática del mismo versará sobre los siguientes libros: Don Quijote de la Mancha de Cervantes, Papá Goriot de Balzac, Fuenteovejuna de Lope de Vega, Absalón Absalón de Faulkner, Ficciones de Borges, La hora de la estrella de Lispector, La ruta de su evasión de Oreamuno, El astillero de Onetti, La tregua de Benedetti.
El día del concurso, dos horas antes del inicio, se entregará a cada concursante en sobre cerrado, el tema sobre el cual versarán las exposiciones de cada uno.
Ocho fueron los alumnos que decidieron participar, entre ellos mi amigo Carlos.
Carlos era un extraordinario orador: verba fluida, inteligente, fresca. Las palabras le surgían en una cadencia melódica, formando frases floreadas, gozosas, que sorprendían al salir de esa boca pequeña siempre sonriente rodeada de un bozo incipiente, acompañada por una nariz puntiaguda, ojos agudos, orejas grandes y saltonas, una cara adolescente cubierta de espinillas y una melena rubia siempre despeinada que caía sobre la cara.
Carlos, yo, y varios de los compañeros del 62.A, estábamos convencidos de que él sería el premiado. No sucedió así.
..
Al comenzar la salida del público, Carlos se dirigió hacia mí, necesitado de aprobación. Su cara había perdido su jovialidad habitual; escupía indignación y orgullo atropellado por la decisión del jurado.
Le di un abrazo; le dije: como amigo, como amigo te digo, que tu exposición fue excelente, pero hoy, ésta vez no fue la mejor.
Su cara fue de extrañeza, decepcionado por mi opinión; ¿esperabas que tu amigo te dijera, porque es tu amigo, que fuiste el mejor? y continué: amigo, ser amigo, no significa que uno debe aplaudir siempre, no significa perder objetividad, ni rendir pleitesía acrítica.
Yo también deseé que tú fueras el ganador, y seremos siempre amigos.
Nos dimos un fuerte abrazo, y caminamos juntos hacia el patio del colegio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL HOMBRE DE LAS ORCADAS

 

 


Me dijo que su libro se llamaba
el Libro de Arma, porque ni el libro
ni la arena tienen ni principio ni fia
Jorge Luis Borges


Es importante que usted sepa quién soy yo. Quizá recuerde a aquel hombre escocés, nacido en las Islas Oreadas, que un atardecer, llegó a la casa de Jorge Luis Borges en la calle Belgrano en Buenos Aires, y golpeó su puerta. Amablemente, aunque no me conocía ni nunca llego a saber mi nombre, me permitió entrar. Le dije que vendía biblias y otros libros. Abrí mi valija y le mostré un ejemplar de un libro sagrado, antiguo, que él, curioso, comenzó a hojear. Quien me lo vendió hace ya muchos años, dijo que se llamaba el Libro de Arena.
Tanto se sorprendió Borges de lo que sucedía con las hojas del libro, que finalmente hicimos un trueque y ya anochecido me fui.
Sé de todo lo que hasta aquí he relatado porque así fue, palabras mas, palabras menos. Supe después, que Borges escribió en un cuento que título El Libro de Arena, cuanto lo perturbó las características del libro al tenerlo en su casa.
Sinceramente le digo, que al enterarme de la decisión que él tomó, de llevarlo al destierro, a la soledad y al olvido en la Biblioteca Nacional, condenando a ese libro mágico al triste destino de la inexistencia, a ser destruido por la humedad, al enterarme de esa decisión, le reitero, me enojé.
Creo también que él, gran lector y coleccionista de libros raros debe haberse arrepentido de haberlo hecho, aunque nunca lo dijo, quizá por vergüenza.
Decidí entonces recuperarlo. El Libro de Arena no podía morir.
Quizá Borges, al escribir el cuento, (no lo dice, pero yo pienso que fue así), intuyó, que al yo saber lo que hizo, (recuerde en este punto, solo él y yo sabíamos de la particular característica de ser un libro infinito), yo buscaría recuperarlo, él, fue suficientemente perspicaz de relatar en el cuento, que fue a la Biblioteca Nacional, que conocía muy bien por haber sido su director muchos años, aprovechó un descuido de los empleados, bajó la escalera curva que se hunde en el sótano, y lo dejó perdido entre periódicos y mapas.
Aunque no lo dice, supuse al leerlo, que por la premura y el miedo a ser descubierto, abandonó el libro muy cerca de la puerta del sótano. Además, al ser un libro voluminoso, (¿qué tan grande sería ahora?), colocado entre mapas y periódicos seria fácilmente ubicable. Supuse también, que el Libro de Arena continuaba allí, porque de haber sido descubierto por un empleado o un visitante, hubiera sido noticia de primera plana en los periódicos, ("libro infinito no catalogado aparece misteriosamente en el sótano de la Biblioteca Nacional, en muy mal estado de conservación", etc, etc.), y también, se habría hecho viral en las redes sociales, hechos que no sucedieron.
Sé que Borges fue a vivir sus últimos años a Suiza, ¿habrá olvidado la patraña que hizo con el Libro de Arena? No conozco la respuesta, pero supongo que no lo habrá olvidado.
Como le dije antes, decidí recuperarlo. Viajé a Buenos Aires. Visité varias veces la Biblioteca Nacional, ubiqué la escalera, vi que la puerta del sótano permanecía siempre abierta y el sótano en la oscuridad. Con cautela, observé cuidadosamente el movimiento de los empleados y al vigilante nocturno que siempre dormía plácidamente en el segundo piso.
Usando artimañas logré que me permitieran descender al sótano llevando una pequeña linterna, y logré ubicarlo fácilmente. ¡No imagina la alegría que sentí al acariciar su lomo!
Eso aconteció una tarde casi al cierre de la biblioteca, hora en que los empleados están mas preocupados por la salida que por cuidar; bajé al sótano con una mochila escondida debajo del grueso saco de invierno que llevé puesto a propósito y lo recuperé. Escuche bien lo que le digo: lo recuperé, no lo robé.
Le agradezco me haya recibido. Aquí en la maleta, la misma con la que fui aquella tarde a la casa de Borges está el libro infinito; ¿quiere comprarlo?
A Borges no se lo puedo ofrecer porque ya murió. No se preocupe, no hay ningún documento que certifique que Borges me lo compró. ¡Ah! ¿lo que dejó escrito en el cuento? Él solo escribió relatos fantásticos, aunque haya escrito que ese cuento es verídico.
No lo crea, no lo es.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA MANO

 

 


La mano. La mano que, sin remordimientos, asesinó una mujer, acaricia ahora, frulciosa, lenta, el vientre anhelante y los muslos deseosos de otra mujer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿INTELIGENTES? CELULARES

 

 


Se escuchó un disparo y un grito.
Los inteligentes celulares sedientos de noticias corrieron a tomarse selfís con el muerto y el grito. Luego, dispararon las noticias a sus feibuks, a sus tuiters, a los canales de TV y radios, y los compartieron con pokemones y pokemonas.
Solo uno llamó al 911.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LAS PALABRAS

 

 


¿Dónde están? ¿En cuál nube arcoiris navegan?
i No huyan!, i no se escondan!, ¡no se diluyan en la nada!
Conmigo serán poema, cuento, novela.
Las palabras.
Aquí estoy, las deseo, las espero, las necesito.
Las palabras.
Prometo continuar buscándolas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL REGRESO

 

 


Caminarás. Lo harás lenta, desganadamente.
Ruibal y tu, Juan, se reencontrarán después de muchos años en tu pueblo natal. Decidirán subir el cerro cercano desde donde podrán ver aquella imagen que guardas en tu memoria desde que partiste.
Volverás a recrearte con los techos rojos y los aljibes, con el valle verde alegre cultivado de arroz, y el río que corta el pueblo en el que te bañabas con tus amigos de la escuela.
Recordarás el día en que, con tu familia y otros vecinos, tuvieron que correr cerro arriba cuando sus aguas turbulentas se desbordaron y todo se inundó.
El camino es rispido y fangoso.
Ruibal, dirás, ¿por qué no han pavimentado esta calle? ¡Está horrorosa!
La gente prefiere dejarla así, como testimonio de aquellos tiempos cuando sus padres y sus abuelos la dibujaron en la montaña y la recorrían con sus carretas en búsqueda de leña, hongos y otros frutos silvestres, contestó su amigo, nos hace sentir que caminamos sobre las huellas de nuestros antepasados.
Sentirás que esa explicación es fruto de mentes que no desean progresar, que han quedado demasiado apegadas a un pasado a un pasado que fue útil pero ahora los atrasa.
En un descuido caerás en un pequeño pozo y el lodo pintará tus zapatos y el bajo del pantalón; sentirás un fuerte dolor en un tobillo y te molestará caminar.
Refunfuñando, le dirás a Ruibal, mira hermano, yo no sigo mas, se ve que me vuelto hombre urbano, mejor regresemos.
Regresarán discutiendo, ahora acompañados de una suave lluvia.
El cerro quedará esperándote y tu guardarás para siempre la imagen que te Devaste al partir tantos años atrás.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ME DIJO...

 

 


Me dijo: aquí, viejo, solo, tullido, amarrado de por vida a esta silla de ruedas, rodeado por estas cuatro paredes cuarteadas y descascaradas por la insolente humedad de los años, y la escasa vida exterior que logro otear por esa pequeña ventana, acongojado por las montañas de papeles viejos amarillentos y cartas, testimonios de mi proficua e intensa vida como hacedor de hechos, victorias, fracasos, odios, venganzas y amores, aquí vivo. No me mire con ojos lastimeros. He vivido una vida apasionante. Mi foto y mis discursos fueron pan cotidiano del pueblo, políticos e intelectuales durante varias décadas. Ya sea en persona, en la prensa, en la radio, en la televisión y ahora en las redes sociales, me oían, leían, veían, casi a diario. Hoy, no soy mas que un vago recuerdo para algunos que fueron cercanos en la odisea de buscar cambios, de hacer mella en las estructuras arcaicas de nuestra sociedad y de los gobiernos. No se enternezca. No pido piedad, pido reconocimiento público; no un monumento ecuestre como el de tantos padres de la patria, ¡no!, solo deseo que se conozcan y divulguen mis pensamientos y mis logros, no un entierro solemne en un oscuro rincón de la historia tergiversada, mal escrita, que nadie visita. Pero mis opositores han logrado, hasta ahora, opacarme, encerrándome en una cárcel de odios, diatribas y maledicencias. A pesar de lo mal que me hacen sentir, tengo aun, vivos deseos y recuerdos que me mantienen activo. ¿Le sirvo un café? En esto, estriban mis preocupaciones actuales. ¿Será posible vencer el tiempo vital, el que me queda, para cumplir mis deseos? Mi cerebro conserva vitalidad y deseo que mis pensamientos, mis lúcidas ideas sobre el presente y el futuro, queden para la inmortalidad. Y mis recuerdos. Recordar mis recuerdos es mi mas querido placer estos días. A veces dudo de mis recuerdos. Mi recuerdo hoy, ¿es el testimonio real del hecho o situación ocurrida, vivida?, o, ¿es el recuerdo del recuerdo que recordé tantas veces antes? Entonces, cuando me tortura la duda, me siento vivir en la ficción de la realidad olvidad. Siento también, que tengo menos recuerdos o que son diferentes. Cuando releo mis diarios, que comencé a escribir en mi adolescencia, y que espero que alguien publique, decía que cuando releo algunas páginas de mis diarios, encuentro hechos y situaciones que no recuerdo haber vivido y en cambio, tengo recuerdos de hechos que no aparecen en mis notas. Esto me confunde. Temo que estoy construyendo una nueva vida ficcional que no fue mi vida real. Y me pregunto y me angustio pensando si llegará el día en que no tenga mas recuerdos, que mis diarios sean la vida de otro y que los nuevos, también vayan desapareciendo y yo quede como una página en blanco o en negro sin contenido alguno. ¿Entiende mis angustias?, ¿será entonces la noche eterna en que me desparezca en mi mismo? No, no se vaya, tengo muchas cosas mas para contarle.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

QUE PENA!

 

 


Éramos unos quince estudiantes de posgrado, doce mujeres y tres varones. Era la primera clase del curso de adolescencia. Otros compañeros nos habían informado que el profe era un señor muy serio y se apoya en la ironía al dar sus clases.
El profe, una persona alta, de ojos vivaces y un dejo misterioso; su frente aumentada por una ya extendida calvicie y una cabellera ligeramente teñida de canas. Nos pidió que nos presentáramos y comenzó la clase:
El inicio de la pubertad y por ende de la adolescencia, se manifiesta como ustedes saben, en la mujer, con la primera menstruación, y en el varón, con la primera expulsión de semen, que, lo mas frecuentemente, como consecuencia de un sueño erótico.
Sentimos correr en el grupo como una chispa eléctrica y nos miramos inquietos. El profe, entendimos, esperaba de nosotros algún comentario aseverativo, mientras recorre, una por una, cara por cara, gesto por gesto, en silencio inquisidor, a todos los estudiantes que allí estábamos.
¿Qué opinan?
Risitas, gesto de noes, rumor inquieto, caras de sorpresa, noes.
¡Qué pena! Y mirando particularmente a las mujeres, poniendo una expresión cínica en su cara, continuó: ¡qué pena!, ¿nadie ha tenido sueños eróticos?, entonces no saben lo rico que son.
Y continuó sin esperar nuevos comentarios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ME LO CONTARON

 

 


Uno no sabe, cuando nace, cómo, ni cuándo, ni dónde nació, ni cómo fueron ésos nueve meses flotantes en un cuerpo que mas tarde te enseñarán a llamar mamá. Alguien te contará su versión algunos años mas tarde, pero pueden haber varias dependiendo de quien venga, madre, padre, un hermano, el médico, la enfermera..., tú elegirás la que te luzca mas verosímil.
A mí, me lo contaron.
Me contaron que nací una noche brillante iluminada por la luna llena y en el seno del signo de cáncer. Nací de una mujer judía, lituana, que se exiló a Uruguay al igual que mi padre huyendo de la guerra nazifascista de Hitler. Cuando nací mi madre no hablaba español; me contaron que al nacer, pegué fuertes berridos y que, cual voraz sanguijuela me puse a chupar sus opulentos pechos rebosantes de leche cálida. Me contaron.
Era julio de 1939, o sea nací unos días antes o unos días después del inicio de la segunda guerra mundial, hecho que marcó el resto de mi vida:
hijo de la guerra, superviviente del Holocausto.
"
Me contaron que nací en un hospital público de Montevideo que se llama Pereira Rossell, en el que, años después estuve hospitalizado por un problema renal y que el especialista que me atendió fue el Dr. Salomón Fabius, el mismo que, veinticinco años después fue mi profesor de nefrología cuando realicé los cursos de pediatría en camino de graduarme de médico y de especialista en pediatría. En el mismo hospital ejercí como pediatra en el servicio de emergencia. Fue en una de las paredes del mismo hospital que encontré la información sobre una beca para cursar un posgrado en Salud Pública en el Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá, beca que gané, curso del cual me gradué y que me permitió acceder a trabajar durante veinticuatro años en la Organización Panamericana de la Salud en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe.
Me contaron que a la semana de nacido frente al rabino y al mohel me circuncidaron. De esto no tengo recuerdos, pero si tengo presente las consecuencias físicas del acto que me introdujo al pueblo elegido.
Me contaron que crecí gordito, (niño Gerber decían, y hay fotos que lo corroboran), que aprendí a decir mame, (mamá en idisch), y me hicieron bilingüe, y que mamá y papá me llevaban a pasear a la playa Ramírez, al Parque Rodó, por el lago, que años después sería testigo silencioso de algunos amoríos, de paseos con mis hijos y donde tomé la última foto de mi padre antes de hospitalizarse y fallecer.
No tengo recuerdos de las casas en que viví y crecí hasta los 5 años, cuando mi padre compró un almacén en la calle Durazno casi esquina Río Negro en Barrio Sur en Montevideo, a dos cuadras de la Rambla que bordea el Río de la Plata, Rambla que fue años después centro de paseos y de vivir el gran mar terroso, sus grandes olas empujadas por el viento que salpicaban con estruendos y sal, la calle, los transeúntes y los vehículos que por allí circulaban. La puerta al lado del almacén era la entrada a nuestra pieza, pieza que era nuestra casa, en la que vivíamos los tres, mis padres y yo, hasta que en 1945, primeros días de agosto, el 5, cuando el ejército estadounidense lanzó la primera de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, nació en esa pieza mi hermana Sara. Recuerdo el zaguán de entrada enlozado con piezas cuadradas blancas y negras que llevaban a un patio central con claraboya. A este patio se abría nuestra pieza.
La callé Durazno tenía en aquellos tiempos la gran culebra de hierro: los rieles del tranvía cuyo número no recuerdo, que nos llevaba al Parque Rodó y que era un peligro permanente para los traviesos niños que vivíamos u jugábamos en esa calle.
Frente a la puerta de la casa, cruzando las vías, había un gran muro gris, que se extendía toda la cuadra con algunas pequeñas ventanas en la parte superior por las cuales salía siempre un polvo blanco- gris y el ruido de máquinas. Era un molino de trigo.

En la misma acera de casa había una tienda de ropa y una panadería que nos mataba por los exquisitos olores; perfumes de las tandas de panes y bizcochos recién horneados y nos engulaba. En casas vecinas vivían muchas familias judías que amistaban con mis padres; una de ellas tenía una hija que años después se casaría con un estudiante de medicina quién sería uno de mis grandes amigos, y ahora, una de mis grandes nostalgias: Hugo. En otra de las casas vivía alguien que tocaba violín, se le escuchaba todos los días.
En la cuadra siguiente sobre la misma acera estaba la sinagoga donde me bautizaron judaicamente como Najman.
A pocas cuadras de casa estaba la escuela República de Chile, donde cursé el preescolar, donde en los recreos perseguía el pavo real que había en el jardín, sobre lo cual escribí un cuento.
Pocos días después de mi sexto cumpleaños, mi padre compró una propiedad con carnicería, en la esquina de Manuel Herrera y Obes con Molina en el Barrio que algunos llaman Belvedere y otros La Teja, a donde nos mudamos.
Era una casa modesta/ de madera y chapas de zinc, con un pequeño jardín con un aljibe y flores. En un dormitorio vivimos todos. Viviendo en esa casa que después fue remodelada por una casa de cemento, viví mi etapa escolar, liceal, y parte de la universitaria, de barrio obrero. En esa casa comenzó también mi vida de lector que continúa hasta hoy

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SOBREVIVIENTE

 

 


Era noche cerrada y me disponía a cenar cuando alguien golpeó la puerta de calle varias veces.
Extraño, -me dije-, golpearon en lugar de tocar el timbre.
Malhumorado y con cierta aprehensión bajé la escalera yf al abrir la puerta me encontré con una niña de unos doce años; disculpe ios golpes, pero no alcanzo el timbre; ¿Usted es el doctor?, mi padre está en cama con mucha fiebre, tiembla y suda mucho, ¿podría ir a verlo?, somos vecinos, vivimos a media cuadra en el edificio de apartamentos, yo lo llevo.
No me llamó la atención el pedido, ya que no era infrecuente que algún vecino enfermo me llamara a cualquier hora, lo extraño es que fuera una niña.
Espera un momento, voy a buscar el maletín y vamos a ver tu padre.
Rebeca, Solum. La niña, muy locuaz por cierto, me cuenta del malestar de su padre, y agrega: vivimos solos, mi madre se regresó a Israel, él me llama hija pero en realidad soy adoptada, él no puede tener hijos, y pienso que la tristeza le empeora la enfermedad.
David, Solum..., mucho gusto.
En cierto momento le pedí, para mejor examinarlo, se sacara la camisa de manga larga que llevaba puesta, ¿es necesario?, si, por favor. Cuando se la hubo quitado entendí la razón de su pregunta, él no deseaba que yo supiera de una triste realidad que le acompaña desde hace muchos años: los números que tiene grabados en su antebrazo.
David, mi paciente, es judío, y tiene ese número grabado desde los tiempos de la segunda guerra mundial, desde que estuvo en un campo de concentración nazi, grabado en su antebrazo, en su historia. Eso lo conozco bien: mis abuelos, mis tíos y otros miembros de mi familia murieron asesinados en las mismas circunstancias bajo el régimen nazi fascista. Seguramente, ellos también tenían un número grabado al fuego en el antebrazo antes de que los mataran.
Mis padres lograron exilarse a Uruguay poco antes del inicio de la guerra, y la historia del nazismo hitleriano, junto a los llantos de mi madre, volvían, una y otra vez a las conversaciones en casa, al igual que la historia de los números grabados a fuego en los antebrazos.
Mi paciente, David, era uno de los supervivientes de los campos de concentración, del Holocausto; pero juzgué que no era éste el momento adecuado para hacer mas preguntas solo satisfacer mi curiosidad por su historia personal.
Se salvó de morir, de ser una víctima mortal mas, pero antes, pienso yo, dada su infertilidad, lo habían esterilizado. La esterilización de los testículos por medio de rayos X fue otra de las técnicas usadas en los campos de concentración para eliminar a los judíos: no podrían procrear.
En el camino de regreso a mi casa, pensé en los familiares que nunca llegué a conocer, en los tristes llantos de mi madre, y en los miles de judíos que aun vivían con ese sello perenne de sus inhumanas, indignas, humillantes experiencias en sus antebrazos. Esa noche, no cené.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SILENCIO

 

 


Esa tarde, al llegar, un oscuro e insultante silencio me dijo: no eres
bienvenido. Entré, tomé un vaso, lo llené de ron, lo fui bebiendo a
sorbos lentos.
Miré la foto: ella y yo disfrutando aquellos años de pasiones turbulentas en la nieve de los Alpes; y ahora, ahora, este oscuro e insultante silencio. Silencio, infecto silencio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NO TE CREO

 

 


¡No te puedo creer! ¡Tanto tiempo que nos conocemos y pretendes engañarme nuevamente! Otra vez haciendo malabarísmos con tus deudas y tus acreedores, como aquella vez que Orlando te persiguió y al fin te acorraló porque le diste un cheque sin fondos. Lograste escapar; con la poca plata que te quedaba fuiste al aeropuerto, y en el primer avión que conseguiste, volaste hacia nuevos malabarísmos. Ni me dijiste adiós ni adonde te ibas, ni me escribiste durante tu larga ausencia.
Y ahora ¿qué? ¿Pretendes acaso envolverme en tu telaraña mafiosa como lo hiciste en el pasado? No te puedo creer. Me dices que has cambiado, que te dedicas a negocios honestos, que no te mezclas con la caterva de malandras que siempre te acompañaron, que ya no juegas como adicto a la ruleta ni a los caballos, me pides nuevamente que te ayude, que te preste dinero, que es una emergencia, pero no me puedes decir qué es.
Lo lamento, aunque seas mi hijo, (o quizá porque lo eres), no, no te creo.

 

pasó un brazo por la cintura y con un ligero movimiento la apretó contra su pecho y le estampó, un ósculo apasionado que ella correspondió, dejándole los labios teñidos de rojo carmín. Eso lo vi yo y Raymundo y todo el mundo. £1 Sapo Verde también. Éste, tambaleándose, borrachera contra borrachera, se acercó al Rojo y a Francina, los separó, le zampó un furibundo trompazo al macho, que cayó al piso con la nariz quebrada tíñendo de rojo caliente el piso y sin mediar palabra lo quemó a patadas hasta que quedó casi inconsciente. Luego, dio una media vuelta le lanzó un sonoro cachetazo a su querida Francina, que según contaron algunos vecinos no necesitó ponerse colorete en su mejilla izquierda por varios días.
Como vos sabes en estas circunstancias la gente hace mutis por el foro: nadie intervino en el pleito. Algunos comensales ayudaron al Rojo a pararse y lo acompañaron hasta la puerta, que fue cuando se dio media vuelta y gritó: me la cogí a tu Francina, me la cogí, Sapo cagón.
Lo que pasó después no es misterio. La Marilyn se fue a saber dónde a seguir ejerciendo; el Rojo, su cuerpo exento de vida, apareció dos días después en un matorral, con sus labios aún manchados con carmín rojo; y el Sapo Verde, declarándose inocente, está esperando juicio encerrado en la comisaría.
-Me explico amigo, el cuento que me contastes es pura ficción literaria, puras palabras adjetivadas sin contenido. Guárdate tus bufonadas grandilocuentes para cuando escribas esa novela que aún piensas que vas a escribir. Puro cuento, amigo mío.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PURO CUENTO, AMIGO MIÓ

 

 


¡No, no, no! No te creo nada de lo que me cuentas, amigo mío. Te crees un Borges, un García Márquez; lo que me cuentas es pura ficción literaria, fruto de una mente germinadora de acontecimientos fantaseados. ¡Cállate! No continúes embarullándome con ese palabrerío vacuo: que celos hambrientos de venganzas, robos inmaculados, abogados venales y embusteros, crímenes misteriosos nunca resueltos, brujas sanadoras, bastardos malcriados, castrad. Mira amigo mío, ni en las óperas ni en los tangos se escucha tanta tragedia junta. Tu cuento, amigo, es como una serpiente venenosa de mil cabezas, que termina comiéndose a sí misma: una bufonada frágil sin consistencia alguna.
-Te digo que lo que te he dicho es verdad, créeme.
-Ven amigo, sentémonos en la sala, tomemos unos tragos mientras yo te cuento lo que yo sé sin agregar adjetivos incongruentes e innecesarios:
Aquella noche, turbia, lluviosa, llena de presagios, sin saber lo que me esperaba, sin intuir la desgracia, la fatalidad del destino inesperado, llegué a eso de las nueve o las diez al boliche; ¿te acordás de aquel boliche de mala muerte sobre la calle empedrada cerca del puerto, que frecuentábamos, donde nos reuníamos con la barra de amigos a emborracharnos con vino de mala calidad que el cantinero diluía con agua?
Apenas abrí la puerta, el boliche me vomitó en la cara, un fuerte humo nicotínico y un terrible viento alcohólico. No cabía ni una pulga mas. La sorpresa, fue encontrarme con el Rojo, aquel estibador fornido que le pusieron ese sobrenombre por el color del pelo, corpulento y agresivo, y al Sapo Verde, nombrado así por el color de sus dientes, y la mina de éste, ¿te acordás?, la Francina, la apetitosa, vestida a lo Marilyn Monroe, los pechos y los muslos suculentos al aire, desafiante, los labios con fuerte carmín rojo, y la melena que le llega a la cintura recién teñida de rubio artificiaL La Francina, esa noche, era pura pólvora.
Vos sabes que el Rojo siempre apeteció de ella y que la Francina aunque andaba con el Sapo Verde, no era indiferente a sus deseos, (a los de él y a los que ella sentía), y a los atrevidos avances de él. Esa noche, poco después que yo llegue al boliche, el Rojo, que a esa altura de la borrachera, tenía vino en lugar de sangre, y el cerebro se había cerrado a la cordura, se fue acercando, así como al desgaire, sin disimulo, se acercó a la Francina y no pudo contenerse; la Marilyn, la Marilyn de sus sueños y deseos, lo estaba esperando, retadora, provocadora, recostada al mostrador, esperándolo. Ya a su lado, le
Los golpes retumbaron en la casa como un reclamo del pasado. Leonardo Padura
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RECUÉRDAME

 

 

Recuérdame, no soy una letra de tango escrita en tu pasado. Recuérdame, no me pierdas, no me escondas, no me ultrajes en el laberinto de tus recuerdos no deseados. Soy y existo, aquí y ahora.
Recuérdame, no te permitiré matarme en ti. Golpearé tu puerta una y mil veces, para que mi sombra y mi presencia te acongojen, te atormenten, te muerdan, te carcoman.
No te permitiré suicidarte. ¿Eso quieres? ¿Piensas que así podrás matarme, desaparecerme? No seas iluso, sabes muy bien que estoy incrustada en tu alma.
Recuérdame, permíteme disfrutarte, y disfrutarnos en un abrazo intemporal de alegría y placer, de dolor y sufrimiento, de odio y aversión.
Recuérdame.
Releyó la carta manuscrita una y otra vez. No logró llorar, no logró putear. El recuérdame, esa palabra ahora maldita en su vida, se revolvía, se retorcía en su cerebro
como un gusano, como cientos de gusanos rabiosos, coléricos: "te muerdan, te carcoman", recordó.
Paralizado, sus ojos apagados por el dolor. El sudor corría copioso por las grietas que el pasado sufriente labró en su cuerpo.
Cuando logró calmarse, recuperar un hálito de tranquilidad, decidió que lo mejor era hablar con ella.
Cuando llegó al cementerio, fue recorriendo lentamente, los pies pesados, pateando las piedras del sendero, las filas de tumbas; sétima fila, tres a la derecha.
La miró a las ojos, la foto incrustada en el mármol blanco brillante, le contestó con ojos fieros, puñales. El le devolvió súplicas al inicio, luego siguieron rabias contenidas, odio, despecho, odio, palabras soeces, hija de puta le gritó.
Debajo de la foto, siguió leyendo el nombre, año de nacimiento y muerte y finalmente el epitafio, el maldito epitafio que había hecho tallar en el impoluto mármol blanco de su tumba en mayúsculas doradas: RECUÉRDAME.
Hija de puta, volvió a gritar y lanzó un escupitajo de sangre roja sobre la tumba.

. Quedaron varios minutos en silencio, hasta que T. se levantó de su silla, lo miró con dureza y al mismo tiempo con intensa resolución; dijo: mire caballero, los problemas que tiene con su esposa los resuelve usted, son sus problemas, no los míos. Los míos los resuelvo yo... y ahora, márchese por el mismo camino por donde vino. Adiós

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al PAN, PAN Y AL VINO, VINO

 

 


Apenas traspuso la puerta se topó con la recepcionista.
-Buen día, ¿en qué puedo servirle?
-Quiero hablar con el Lie. T.
¿Tiene cita?
-No, pero es urgente.
-Su nombre.
-Ella no me conoce, además no es un asunto profesional sino personal.
-Momentito, voy a consultarle.
-Me dice que espere unos minutos que le va a atender, tome asiento si quiere, y puede servirse un café, ahí tiene todo.
Se sirvió un café con azúcar y se sentó en la silla más alejada.
Total, esperé seis meses. Unos minutos más no van a hacer gran diferencia, se dijo, como si hablara con la recepcionista.
Aprovechó para acomodarse la corbata, secarse el sudor que le corría por la frente y hacer un rápido repaso de sus últimas semanas de desventuras y planes: mi sospecha de que Rocío me estaba echando cuernos, lo confirmé la tarde que fui a espiarla a su trabajo, y vi como subía a ese auto verde claro matrícula ZA 13478, lo abrazó y besó a ese maldito. Fue una suerte anotar la matrícula, así conseguí saber quién era su dueño, y después de muchas averiguaciones logré ubicar quién es su esposa, la Lie. T., y la dirección de su oficina. Cuánta rabia, dolor, tristeza y desazón, viví en esos tiempos sintiendo su indiferencia después de tantos años de casados, y nuestra pequeña hija ignorante e todo lo que estaba sucediendo jugando a nuestro alrededor. Ahora estoy aquí para cumplir la última etapa de mi plan, y ver si es posible salvar el matrimonio y perdonar. Perdonar, repitió.
Estaba repasando lentamente las palabras que había planeado decir a la Lie. T. en la entrevista, cuando suena el teléfono y la recepcionista le indica que puede pasar. -Oficina tres, cuarta puerta a la izquierda.
La Lie. T. se había acercado a la puerta de su oficina para recibir al extraño visitante. Le vio venir caminando lentamente, calculó que tendría unos treinta y cinco años, sus facciones entristecidas, sus ojos entrecerrados.
-Pase adelante y le extendió la mano para saludar.
Escritorio de por medio, T. miraba interrogante al desconocido quien permaneció en silencio, sin mirarla, por un lapso que le pareció por demás extraño, y esto aumentó su inquietud. ¿Quién será y que querrá? ¡Personal! -se dijo- entrecruzando los dedos de sus manos, intranquila.
-Me va a disculpar que la moleste en su oficina en horas de trabajo, comenzó a decir el visitante, y cambiando bruscamente el tono de su voz agregó: vengo a decirle que su mando y mi esposa están teniendo una relación amorosa. Yo quiero a mi esposa, y quiero pedirle a Usted, que hable con su mando para que deje tranquila a mi mujer, que rompan la relación que tienen.
Solo entonces levantó sus ojos para mirar inquisitivamente los de ella.
La Lie. T se sintió confundida. ¿Qué me vino a decir?, ¿qué me está pidiendo? Este desesperado, ¿además, está loco? ¡Qué yo le hable a mi esposo! ¡Está loco!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ME DICEN

(Cicatrices)

Tengo cicatrices de risas en mi espalda
Pedro Lemebel Poeta y activista homosexual chileno.

 

 


Me dicen, me joden, me diatriban, me maldicen, me dicen. Todos, sin distinción de credo, raza, sexo, poder económico, nivel intelectual, todos: mi padre, mi madre, mi familia, los amantes, las amantes, los maridos, las esposas, los maricas y las lesbias que me cojo una y muchas veces, juntos y separados, me dicen. Me pudren, me enorgullecen.
Me dicen Anais, me dicen Frída. Yo, me les río en la cara. Por lo putas que fueron me lo dicen. No soy escritor sagaz ni soy pintor de renombre. Me dicen que soy joven y que puedo lograrlo. Que grabe mi vida, mis actos, que lo ponga en feisbuc, mejor en iutub, que te pagan y te haces millonario de amigos que te siguen, y de dólares, y así seguís en la gloría virtual para siempre.
Tengo la espalda llena de cicatrices, cicatrices hondas e indelebles, provocadas por sus risas, sus maledicencias, sus cobardías, sus hipocresías. No me inmuto, soy como soy. No llegan a herirme en lo profundo de mi sentir, de mi ser.
Yo soy auténtico, yo dignifico mi dignidad porque vivo como creo que debe vivirse la vida: auténtica y digna, aunque, aunque ellos y ellas me sigan llamando loca: la loca, la depravada.
No entienden que les estoy brindando mi autenticidad, mi ser total.
No importa, para cicatrices, tengo mi espalda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NEGRA BARCAZA

 

 


Es noche. En la noche fría y oscura, una barcaza zarpa. Una barcaza. Una barcaza frágil pintada de negro hito. Negra como la tez de sus pasajeros que dialogan un miedo negro. Conocen los riesgos.
Son cientos.
Fiera, la barcaza se debate, lucha, lucha con en el inmenso oleaje. Se debate como fiera. Los golpes contra las olas a los pasajeros golpean. Golpean sus sueños, sus esperanzas, sus sueños de llegar a un futuro que piensan promisorio. Un futuro promisorio en Europa. La Europa que no los espera ni les desea.
El Mediterráneo les ruge violencia, angustias. Sus diálogos se tornan gritos. Gritos y miedos. Mas miedos.
La barcaza corcovea como un potro salvaje que se niega a ser domado, esclavizado. Turbulentos, el viento y las olas la hacen saltar; vuelca hacia un lado, hacia otro, hacia otro. La barcaza lanza intensos craqueos, bramidos de dolor, aullidos; finalmente, el voraz oleaje la penetra y comienza a hundirse.
Lentamente, los gritos, los miedos y los sueños de los migrantes se apagan en las aguas heladas.
Son cientos que no llegarán.
Unos pocos sobreviven y contarán la historia de la barcaza negra que envió sus pasajeros al cementerio submarino del Mediterráneo.
Una vez mas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EN LA GALAXIA DE LOS AUN NO NACIDOS

 

 


Les llegaron noticias que al inicio aran inquietantes. Décadas mas tarde sintieron las noticias como aterradoras. Provenían del planeta Tierra, situado a millones de siglos luz de distancia.
Los humanos habían decidido reducir el número de hijos o no tenerlos. Las magras tierras sometidas a una incontrolable e ineficiente explotación, ya no producían los alimentos necesarios para la adecuada nutrición de los trillones de habitantes humanos, animales y vegetales. La producción tecnológica, proteínas de laboratorio por ejemplo, no eran suficientes para equilibrar las necesidades nutricionales.
Los cambios climáticos han producido todo tipo de calamidades, en particular la insuficiente cantidad de agua necesaria para consumo de los seres vivos, industria y ía agricultura, lo cual agravó la problemática nutricional y la supervivencia de las especies del planeta
Por otro lado, la búsqueda, colonización y explotación de otros planetas de la Vía Láctea, y mas allá, si bien había comenzado con relativo éxito, no lograba equilibrar las carencias. Mas aún, los precios elevados de los productos importados hacían inaccesible su consumo por la mayoría de los terrícolas.
La angustia y la desesperanza provocada por esta situación, han tenido consecuencias graves: el incremento intolerable de la violencia interpersonal, homicidios, asaltos, robos, falta de diálogo, y grandes guerras usando armas letales sofisticadas. La apropiación de recursos básicos como la tierra, fuentes varias de energía y de agua, por los imperios dominantes culminaron en un caos global, cuyo final nadie lograba entrever salvo la aniquilación total de la vida en el planeta. Incluso, los terrícolas han desechado la existencia y creencia en los dioses que alguna vez en la historia les habían servido como fuente de alivio, y esperanza
Estas noticias y otras mas graves llegaban con insistencia a la galaxia ANONA 1, cuya existencia habían concebido filósofos y varios científicos gracias a su prolífica imaginación, pero su existencia real y ubicación en el Universo, no había sido posible comprobar ni siquiera por el poderoso telescopio Hubble.
Lo cierto es que la galaxia ANONA1 existió siempre, probablemente desde el Big Bang. Allí vivieron y viven los humanos concebidos aún no nacidos, que si bien en los inicios eran pocos, (recuerden que la población en la Tierra era muy pequeña en aquellos tiempos), la vida era allí sencilla y alegre. En la medida que fueron transcurriendo millones de años, y a pesar de la gran cantidad de muertes que se produjeron debido a sucesivas epidemias de gérmenes que afectan a los no nacidos, los habitantes de la galaxia fueron aumentando de tal forma que ninguna de las ecuaciones matemáticas mas audaces lograron proyectar una cifra que tuviese credibilidad.
Las noticias que les llegaban del planeta Tierra, que era su destino preestablecido, fueron al principio inquietantes y décadas y siglos después las sintieron aterradoras.
Los aún no nacidos no sabían cómo reaccionar ante esta catastrófica situación del lugar donde les tocaría vivir. Algunos pensadores mas creativos comenzaron a plantear interrogantes que angustiaron a los habitantes de la galaxia: en las circunstancias actuales, ¿vale la pena nacer?, ¿para qué nacer?, ¿quién o quiénes nos piden o quieren que nazcamos?, ¿para vivir?, ¿para vivir cómo?, ¿dónde?, ¿no somos nosotros los que tenemos el derecho de decidir si deseamos, nacer y vivir?
Fue así que, progresivamente, el pánico, y la desesperanza y el deseo de no nacer, cundieron en ANONA 1; esto trajo como consecuencia masivos suicidios colectivos y guerras fratricidas. Fueron unos pocos mas optimistas, los que decidieron
continuar viviendo en la galaxia, no sólo como testigos vivientes de las calamidades, sino también, como quedó plasmado en un documento firmado por todos ellos: "decidimos quedar a la espera de que en el curso de la Historia, tuviéramos que nacer para recomenzar la vida humana en la Tierra".
Ellos sabían por historias contadas por los mas viejos de la galaxia, que en el transcurso de la Historia de los Milenios, habían sucedido hechos similares.
Aún están esperando en la galaxia ANONA 1. ¿Llegarán a nacer?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DONFRED

 

 


Todo comienza alguna vez y esto, comenzó una noche. Una noche de viernes. Un viernes cualquiera como otros tantos viernes.
Don Fred es un hombre culto de unos sesenta años, lector empedernido de autores contemporáneos, conocedor erudito de varias lenguas, ajedrecista de alto nivel y gran bromista, que ha establecido que los viernes toda la familia se reúne a cenar en su casa.
Lo que sucedió esa noche, si bien llamó la atención de alguno de los presentes, no provocó alarma. Fue al pedir que le sirvieran pan, dijo garún, señalando con su índice derecho la panera y al pedir que le sirvieran agua dijo acafo. También percibieron que después de decir esas extrañas palabras, hizo un movimiento como de deglución, como si se las tragara; pensaron que Fred les estaba gastando una broma como hizo otras tantas veces.
En los viernes sucesivos la situación se repitió con mas frecuencia; pidió vino y dijo arún, al cuchillo fajín, y tragó después de decirlas. Lo que colmó la preocupación fue cuando dijo toda una frase que nadie entendió y tragó.
Una de sus hijas decidió encararlo: padre, hace ya varias semanas que Usted está cambiando palabras comunes por otras que nadie entiende, incluso, acaba de decir una frase ininteligible para nosotros; además, observamos que después de decirlas parece que se las traga; sabemos que a Ud. le gusta bromear, pero ya ha ido demasiado lejos y empezamos a preocuparnos. ¿Quiere enseñarnos una nueva lengua que ha aprendido?
La respuesta fue simple, les miró extrañado y dijo: Yo estoy hablando como siempre, en españoL
¿Qué le está pasando a Don Fred? ¿Habrá comenzado un proceso de demencia?
Esta preocupación se incrementó cuando un amigo ajedrecista les vino al encuentro para comentarles su preocupación por una situación semejante a la narrada: sucedió en una partida de ajedrez, en la que en lugar de jaque, varías veces le dijo palabras extrañas: ulán, nat, obá. Sin embargo, agregó, Fred continúa jugando como el mejor, y bromeando como es su costumbre.
Don Fred no opuso resistencia a la familia cuando le propusieron consultar a un profesional médico, aunque volvió a reafirmar que se sentía muy bien y que lo juzgaba innecesario. Además, agregó, para que vean que bien estoy mentalmente, acabo de concluir un artículo de crítica literaria que voy a publicar en la prensa y al leerlo, los familiares no encontraron ninguna de sus palabras raras.

£1 médico que le interrogó, escuchó algunas palabras raras en la conversación y vio que se tragaba esas palabras. Lo examinó, y solo encontró un ligero abultamiento en la zona del estómago, epigastrio les dijo, y solicitó varios exámenes, haciendo énfasis en un ultrasonido abdominal
Estaban esperando los resultados de las pruebas, cuando una tarde Don Fred sintió un malestar en el vientre que no comentó. Esa noche, se sintió peor y vomitó. Llamó a una de sus hijas para que viera el contenido del vómito. Ambos se abrazaron, sus ojos abiertos y sorprendidos, como los ojos de una lechuza en noche de luna llena.
¡Mira, mira bien! ¿Ves lo mismo que yo?
El vómito era un conjunto de burbujas de aire que contenían palabras extrañas, monosílabos, diptongos, puntos, comas, acentos, letras sueltas, todas en grafía castellana, tanto mayúsculas como minúsculas que bailoteaban en un líquido acuoso claro.
¿Qué mierda es ésto?, dijeron al unísono.
Vieron también, que al disolverse las burbujas, palabras y signos se reunían formando frases, y, al final, todo se organizó en un texto totalmente incomprensible, que rápidamente lograron transcribir en un papel antes de que todo se esfumara en el agua del inodoro.
Fred, bromista como siempre, comentó que debía ser una lengua antigua desaparecida o un texto pagano apócrifo o una lengua extraterrestre. Ambos rieron ante la ocurrencia.
Esa misma noche hubo reunión urgente de familiares. Fred no logró convencerles que hospitalizarlo era un total disparate ya que, -bromeó-, todo eso era ñuto maravilloso de su capacidad creadora.
Durante una semana, Fred sufrió el martirio de someterse a cuanto especialista y exámenes se les ocurrieran, sin que apareciera nada "detectable" que explicara esa patología inexistente en los tratados médicos occidentales ni orientales. También vomitó en presencia de un psiquiatra y un sacerdote espiritista, quienes lograron copiar el texto, aunque no se les permitió que lo llevaran, como deseaban.
En contra de la opinión de profesionales y familia, a solicitud vehemente del paciente, se le dio de alta con el diagnóstico de "enfermedad desconocida de causa desconocida".
La "enfermedad" y la vida y las fotos de Fred, pronto se hicieron virales en la prensa, redes sociales, cadenas de televisión y causaron sensación en el público mundial. Propuestas y conjeturas, explicaciones múltiples no se hicieron esperar, y produjeron colapsos en tuiter, feisbuc y en las líneas telefónicas de la familia, mientras Fred continuó su vida normal salvo, salvo que paparazzis, camarógrafos y periodistas de las grandes cadenas de TV, lo asediaron pidiendo entrevistas y

copias de los textos de sus vómitos, que les fueron negados a pesar de las grandes cifras de dólares que le ofrecieron por la primicia.
Representantes de varias editoriales, vieron la oportunidad de un "best seller" y ofrecieron cuantiosos montos por publicar la historia de Fred. Fueron rechazados.
También llegaron brujos y chamanes de varias etnias a verlo y aportaron opiniones.
Innúmeras hipótesis se tejieron y divulgaron buscando resolver lo que se llamó EL ENIGMA FRED.
Entre ellas, cabe destacar las siguientes:
- Don Fred es un experimento secreto de alguna de las grandes agencias de espionaje mundial, la CÍA, la KGB, el MOSAD, el MÍ5 y el VISE chino.
- Es un médium de una cultura extraterrestre que busca comunicarse con los terrícolas.
- Que se le desarrolló un siamés en el cerebro que habla otro idioma.
- Que Don Fred se hizo implantar un chip invisible que se malogró y le hace fabricar esas palabras.
- Que está poseído por Satanás y debe ser exorcizado.
La OMS, Organización Mundial Sanitaria, lo declaró fuente posible de una nueva enfermedad "grave" que denominó: demencia lingüística de causa desconocida, que podría expandirse como una pandemia y llegar a ser una única lengua mundial, que sustituiría la riqueza lingüística actual, y con ello, la riqueza de la cultura de la sociedad humana. La UNESCO, aplaudió esta opinión que tuvo el apoyo inmediato de la Real Academia Española y la de otras lenguas.
Entre otras cosas, solicitó que se mantuviera a Don Fred en cuarentena severa, en aislamiento total, con observación permanente durante seis meses.
La ONU, lo declaró peligro mundial y pidió la pena capital, con incineración y esterilización total de sus restos.
El asedio no dio tregua al incumbente y su familia, y decidieron con pesar, mudarse sin dar noticias de su paradero.
Hoy, Don Fred, cumple ciento treinta años, lúcido, continúa leyendo autores contemporáneos y juega al ajedrez con un grupo de criptógrafos y estudiosos de jeroglíficos, que ha reunido para lograr descifrar sus frases vomitadas que ha continuado recopilando. Espera publicar su obra magna: los textos vomitados en original, y traducidos a varias lenguas modernas, (si es que existen para ese entonces).
Lo que no sabe, es qué va a hacer con el dinero que va a ganar con la publicación. Lo mas probable, piensa, es dar una vuelta lenta al mundo propagando su nuevo lenguaje, y el resto ab sub lab lab asún.
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¿SUEÑO? ¿Soñó que soñaba?

 

 


La distancia de su casa a la oficina es breve, y aprovecha los días soleados para ir caminando. Disfruta el espectáculo matinal de calles, gentes, perfumes, esquinas, brisas. Hace el camino usando diversas vías para evitar la monotonía. Una de ellas, le hace pasar frente al portón del Cementerio Obrero, donde descansan su madre y su hermano mayor.
Hoy amaneció contento y soleado. Al pasar frente al Cementerio, se detiene a pensar en sus familiares y arrulla un pensamiento nostálgico. Hace tiempo que no les visito ni les llevo flores. Compra un ramo y entra.
Es temprano y como es de esperar encuentra el cementerio vacío; mientras adelanta sus pasos por el pasillo central con una congoja poco frecuente en él, se sorprende al escuchar las Danzas Germanas de Mozart. ¡Qué extraño! Esa música es la misma que elegí para que sea ejecutada en
mi funeral.

Al llegar a la tumba de su madre se siente cansado, mas reconfortado de pagar con su visita, una vieja deuda con su progenitora y escuchar una de sus músicas preferidas. Deposita el ramo de flores sobre la lápida, y pide a uno de los guardias que las ponga en un florero con agua. Mientras, él se sienta a esperar en la tumba de al lado.
Cuando lee en la lápida, a quién pertenece la tumba en que se había sentado, encuentra su propio nombre y su foto, junto al gato negro que él había amado.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SUICIDIO

A Ricardo Piglia, gracias, por su cuento La pared

 

 


Días después aun persiste la emoción, la congoja que produjo en mí, la lectura del cuento.
El personaje, un "viejo" acosado por sus recuerdos y el malestar con su hijo y su nuera "harpía" (sic), mas deseoso de continuar viviendo (en) el mundo exterior, decide encarcelarse en un asilo de ancianos ya demasiado lelos para él. La pared que se construye alrededor del predio, termina por cerrar la última puerta de la cárcel que le permitía vivir y sentir el mas allá, el afuera: la gente, los buses, el jockey con su extraño caballo, en fin, la vida. El "viejo" al enclaustrarse comete suicidio, se suicida metafóricamente.
Y aquí, la epifanía: el suicidio me llevó a recordar, (por suerte, me dije, aun conservo la capacidad de recordar), dos relatos breves que escribí hace varios años, en los que los personajes se suicidan. En uno de ellos el personaje se mata: ó sea, de acuerdo con el significado dé la palabra en el diccionario de la Real Academia, suicidio, acción y efecto de suicidarse, suicidarse, quitarse voluntariamente la vida. Esta es la definición que usamos: la persona, en este caso el personaje, así lo hace: se cuelga con una soga, mas podría haber tomado veneno para ratas o barbitúricos, ahogarse en un río como Virginia Woolf, o pegarse un tiro en la sien o en el corazón.
En el otro relato el suicidio es metafórico. El personaje se suicida destruyendo su obra, en este caso sus obras de arte, (las fotografías y sus negativos), en las que invirtió cincuenta años de su vida, tirándolas en un río para que la corriente las haga desaparecer, al igual que Kafka, cuando, sentado en un sillón frente a la chimenea encendida hace quemar sus manuscritos y hacer cenizas sus creaciones literarias.
La pared es el río, la chimenea, que culmina el suicidio alegórico del "viejo" del cuento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡TENDRÁS QUE HACERLO!

Infeliz la tierra que necesita héroes Bertold Brecht

 

 


No lograrás dormir esta noche a pesar de la botella de uisqui que ahora yace vacía al lado de tu cama. Turbio, tu pensamiento vagará en las tinieblas del laberinto que te llevó a cometer el crimen que, cuando salgas a deambular por las calles adormiladas, leerás en las primeras planas de los periódicos.
No verás tu foto en las páginas policiales; aun no, dirás casi sin pensarlo, no quiero ser un héroe intrascendente de esos que nacen y se desvanecen en el día a día de la historia cotidiana.
No, no te preocupes; nadie sabe que tú has sido el autor de ese macabro episodio. Sabes que es injusto que uno se adueñe de la vida de otra persona, pero sabes que lo merecía.
Yo sé que lo hiciste porque hirió profundamente tu dignidad; la de los humanos, pensarás. Revivirás entonces aquella frase que leíste hace tanto tiempo y que recuerdas vivamente: si cae la dignidad de un Hombre, cae la de todos.
Caminarás lento, pasos seguros.
Al llegar, preguntarás: ¿puedo hablar con el comisario?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TRAGEDIA EN EL MERCADO

 

 


-Joset

-Louis
Así se presentaron las dos humildes campesinas, vecinas, en las montañas de La Boule, hace varios meses» para pedirme que las llevara a las cercanías del mercado de Puerto Príncipe cuando yo bajara en mi carro, al trabajo, en la ciudad.
No se si escribí correctamente sus nombres, y supongo que ellas tampoco, ya que me dijeron, que nunca los habían visto escrito en algún papel, (en un grafití tampoco) y, si lo vieran, no sabrían leerlo.
Hoy, las Uevé conmigo nuevamente. Cargaban sendas canastas que contenían algunos frutos para vender, probablemente algunas mazorcas de maíz, frijoles, unas naranjas y dos o tres bananos. El viaje les ahorraba caminar unos diez kilómetros, pies descalzos desde La Boule al mercado central en los bajos de Puerto Príncipe.
Difícil imaginar la tragedia que sufrirían estas personas. Quizá ellas, saben de ese riesgo que corren al recibir billetes de los compradores, mas, para una mente occidental, lo que sucedería, está fuera del rango de una imaginación exuberante y feraz.
¿Recuerda las dos señoras que Usted bajó con sus canastas llenas de productos esta mañana? me interpeló Luciénne, mi ama de llaves al regresar del trabajo.
Las señoras vendieron todos sus productos y colocaron los billetes que recibieron todos juntos en uno de sus bolsillos. Al llegar a sus casas y sacar el dinero, encontraron que solo tenían trozos de hojas de banano. ¡Sorpresa! Los billetes se habían esfumado.
¿Puede Usted creer esto?
Lo que sucedió,-continuó Luciénne-» es que alguien necesitado de dinero fue a vender su alma al diablo, y llevó hojas de banano para que el oungan, (sacerdote voudou), las transformara en billetes, en general de valor alto. La persona va al mercado a comprar algo y entrega ese billete al vendedor, en este caso a las señoras que fueron con Usted. Ellas le regresan el vuelto en billetes reales, que la persona usará en otras compras.
La vendedora recibe el billete sin percatarse que no es genuino, y lo mezcla con los otros que tiene, y éstos se transforman en hojas, en este caso trozos de hojas de banano.
Ahora, las señoras están Dorando su tragedia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VIOLETTE

 

 


Eran las tres de la mañana cuando sonó su celular. Una voz melosa, con fuerte acento francés le preguntó si era Rosa Buenaventura, si, contestó, asumiendo que era una llamada internacional. Disculpe la hora; me llamo Rosemary y soy asistente social del Hospital Le Bon Samarttain de Ginebra; la llamo para informarle que acaba de ingresar una joven de 25 años en estado de coma por intoxicación con drogas, cuyo nombre, de acuerdo con los documentos que traía, es Violette Buenaventura. Encontramos su número en el celular, bajo hermana, y por tal razón le llamamos.
Rosa no lograba hablar, en su congoja logró articular solamente dos preguntas: ¿está grave?, si, muy grave, ¿puede morir?, si. Antes de colgar pidió el número de teléfono del hospital y que le repitiera su nombre. Muchas gracias, le agradezco me mantenga informada.
Violette, mi hermana menor, otro intento de suicidio, el tercero de este año. Parece que esta vez es serio, en coma dijo. Es tan frágil mi hermana, estoy convencida que otro de sus amantes la abandonó, como sucedió las veces anteriores; aunque nunca llegó a la gravedad que parece ser esta vez.
Hacía semanas que no recibía noticias de ella.
Viajaré a Suiza. Le diré a mi madre que surgió un imprevisto laboral, una o dos semanas nada mas, y aprovecharé el viaje para ver a Violette. Llamaré mas tarde al hospital para saber su evolución, mientras, hablaré con mi jefe, pediré vacaciones por cualquier razón y un adelanto de salario, luego compraré el pasaje; afortunadamente mi pasaporte está en regla.
Violette es 10 años menor que yo; nació dos años antes del fallecimiento de papá fruto de una gestación inesperada y desafortunada. Mamá me contó que dudó mucho si continuar con el embarazo o abortar. Mi padre que ya estaba gravemente enfermo optó por lo último pero mi madre fiel católica decidió continuar la gestación; ¡otra mujer! Fue una  mezcla confusa de amor, odio, angustia, obligación, y, creo, (¿no dicen que los bebés absorben y asimilan los sentimientos y frustraciones maternas a través de la leche materna?), creo, que a Violette mi madre le transfundió con la leche, eso y mucho mas.
Fue por entonces que mi madre, decidió que ella tenía suficiente carga con mi hermana y mi padre, y me mandó a vivir con una de sus hermanas. Ella luchó con Violette, digo bien, luchó con Violette. Llorona como pocas, rápidamente rechazó el pecho materno, enfermó varías veces y obligó a mamá a ser un poco dura con ella, cosa que mi padre le reprochaba. Creo que le pegaba, aunque nunca la vi hacerlo en mi presencia; lo que si se, porque lo presencié, es que la maldecía y la nombraba con palabras soeces, lastimantes. Todo esto, Violette lo sufrió y absorbió desde su mas tierna infancia.
Nos veíamos con Violette quizá cada dos semanas, esto, mas la diferencia de edades hizo que nuestro vínculo sea débil, siento que afecto de hermanas suena como una palabra vacua, retórica, una ausencia que lamento.
La escuela, para mi hermana fue un período de muy bajo rendimiento, y de muy mala conducta. Todo empeoró en la adolescencia, la rebeldía se agravó, tuvo ausencias frecuentes de clase, comenzó a robarle dinero a mi madre para comprar drogas, o llegar borracha a la casa en compañía de otros jóvenes en el mismo estado. Las peleas, los gritos y las infamias, eran el pan de cada día y cada noche. A los 15 años mi madre la envió a vivir con otra tía en Ginebra quien la acogió afectuosamente; allí culminó la secundaria, logró trabajar como vendedora en una tienda, mas no abandonó las drogas y su "amor" por lo hombres como ella lo llamaba. Esta lejanía espacial, incrementó nuestra ya profunda lejanía afectiva. Mi única hermana. Mi hermana que tiene hoy apenas 25 años y está al borde de la muerte.
Me llamaron nuevamente del hospital, ha tenido varios paros respiratorios.
Mi madre me acompañó al aeropuerto y decidí decirle lo que ocurría; se lo merece, dijo. Solo pidió, para mi sorpresa, que si moría, trajera el cuerpo de regreso.
Acabo de regresar con el ataúd. Solo mi tía y yo acompañamos el entierro. Mamá dijo sentirse enferma.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

THE RUNA WAYS

 

 


Quizá me recuerde, pero lo dudo. Mi verdadero nombre es Tim Bunts; como celebridad me llamé Toe Bricks.
Sí, fui una gran celebridad allá por los 60's del siglo pasado. Sí, en la época de los Beatles y del movimiento Hippie.
Soy australiano. Fui el creador del famoso grupo The Runaways. Sí, fui además compositor, letrísta y el guitarrista del grupo. Fuimos top ten con varias canciones del grupo en nuestra tierra natal, en Inglaterra, Europa y EEUU.
Fuimos rebeldes famosos, cantamos en Woodstock 69, grabamos diez discos de vinilo con los que conseguimos el disco de oro.
Ahora tengo setenta y dos años, vivo de mis ahorros y con mi soledad. Lloré la muerte de mis compañeros, los mató uno a uno, la sobredosis de drogas. Yo también fui y soy adicto, unos puchos de marihuana y, de vez en cuando una línea de coca.
Mis guitarras, que algún día enviaré a subastar, están guardadas desde hace mas de veinte años y no compongo mas. No, no tengo ni mujer ni hijos.
Hoy estoy triste. Anoche lloré y me drogué. Le cuento: Ya próximo a la puesta de sol, salí a caminar por el centro de Sidney, donde vivo. Golpeado por gente que camina apresurada, que no me reconoce ni me pide autógrafos, y algún turista con gorro canguro, miraba vidrieras sin prestar mucha atención a lo que ofrecían, cuando mi vista y yo, nos detuvimos frente a una vidriera que anunciaba discos nuevos y usados. Decidí entrar y me dirigí a las cajas de usados, los de vinilo que hoy están de moda para coleccionistas de antigüedades.
Las cajas estaban ordenadas por precios: un disco por cinco dólares, por tres, por dos, por un dólar, y la última caja tres discos por un dólar. Empecé por hurgar en esta última caja. Lo primero que encontré fue un disco de Melanie, una de las cantantes del grupo, que luego se independizó. Fuimos amantes. Luego encontré dos de The Runnaways, en uno de ellos, bello como fui en aquella época, estaba yo con mi guitarra en la tapa.
¿Se puede imaginar cómo me sentí? ¡Los discos mas famosos de nuestro grupo en la caja de tres por un dólar! ¡No podía dejarlos allí, en la oscuridad del olvido!
Tomé los tres, me dirigí a la caja. Puse el disco con mi foto encuna de todos. El joven que me atendió tendría unos veinticinco años, ¿me reconocería? Tomó los discos con indiferencia y los colocó en una bolsa plástica gris. ¿Está haciendo colección?, preguntó. ¿Usted
oyó hablar alguna vez ese grupo The Runaways?, respondí. Movió la cabeza negativamente.
Pagué dólar, tomé la bolsa y salí llorando rumbo a mi casa*

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ELEGIDA

 

 


Margarita no sabe que se llamará así, porque aun no ha nacido. Tres serán las hermanas y ella, la primogénita, será la elegida. Elegida para el sacrificio.
Las tres hermanas vivirán bajo el mismo techo hasta que las florezca la adolescencia. Disfrutarán amistades y pretendientes.
Será la noche en que Margarita cumpla veinte años y estando pronta a casarse, el padre las reunirá, y en presencia de su esposa dirá: en caso de yo fallecer antes que vuestra madre, tú, que eres la primogénita, serás la responsable de cuidar a tus hermanas hasta que se casen, y a tu madre, hasta su muerte.
Esa noche, esa misma noche la angustia y el luto se incrustarán en el alma y la vida de Margarita. Sabe que no podrá casarse y tener hijos como deseaba.
Su alegría juvenil se irá apagando, como se apaga la alegría del vivir cuando se pierden las esperanzas. Su ropa brillante y colorida se irá coloreando de ceniza, y su cabello, por mimetismo, tomará el mismo color. Su sonrisa se irá apagando y su vida se convertirá en un encierro monástico.
Sus hermanas se casarán y dejarán la casa. Sus visitas al padre y hermana se harán cada vez mas espaciadas hasta desaparecer.
Años mas tarde, acompañará al padre a su tumba; Margarita se entregará devotamente a su madre hasta su fallecimiento.
Sus refugios serán entonces, el llanto, la tristeza, la soledad. Se encerrará en su habitación. Cubrirá la única ventana con paños oscuros para no permitir la entrada de la luz, y su gran espejo lo girará hacia la pared para no verse mas.
Cumplida su misión, Margarita, la elegida para el sacrificio cuando aun no había nacido, se echará en su cama, y esperará la muerte en la mas intensa oscuridad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hamburguesas y vino tinto

 

 

 

Amaneció con spl frío y niebla somnolienta.
Al Sr. Presidente lo despertaron a las 3 de la mañana. Refunfuñó: ¡quéjoda!
Al Sr. Presidente lo despertó su Ministro de Seguridad Nacional a las 3 de la mañana con la noticia de un violento terremoto en las zonas montañosas del norte lejano: gran desastre: muchos muertos, casas, puentes, carreteras, animales.
Refunfuñó: ¡qué joda! Justo ahora que estamos vacíos de dinero y llenos de desprestigio. Disparó, entre bostezos, varias órdenes: movilicen las tropas, la Cruz Roja, bomberos, consigan agua, alimentos, carpas. Llamen a las embajadas amigas para que nos ayuden. Reunión de ministros a las 9 a.m. A las 10 a.m. saldremos en helicóptero; necesito hacerme ver.
10 a.m. Llegan noticias de incendios y la destrucción de la represa hidroeléctrica de Río Manso, que provocó graves inundaciones.
10 y 15 a.m. El Presidente y sus secuaces vuelan en helicóptero a la zona del desastre. Llevan potentes largavistas y megáfonos. (No es cuestión de acercarse demasiado a la gente, nos pueden atacar). Los sobrevivientes están en pánico, coléricos.
11 a.m. Desde el helicóptero saludan a varios grupos aislados en las montañas: queden tranquilos, la ayuda está en camino.
Los campesinos agitan manos coléricas y gritos hambrientos.
llylS. El presidente regresa feliz: el prestigio del gobierno está a salvo.
11 y 30. Al llegar a Palacio, el Presidente ordena comprar veinte hamburguesas dobles y cinco botellas de vino francés; no es cuestión de despilfarrar dinero en estas circunstancias, dijo, y bostezó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INMERSIÓN ESPACIAL

¡¡¡URGENTE!!!
NECESITAMOS VOLUNTARIOS
PARA UNA INCURSIÓN ESPACIAL
ESCRIBIR A: voluntariosgesDadolibre.com

 

 


Aquel 18 de marzo del 2017, éste anuncio, a página entera, apareció publicado en los diarios mas importantes del mundo y se divulgó en forma viral en todas las redes sociales.
La noticia me llegó como anillo al dedo, para uno de mis mas caros deseos: navegar en eso que llamamos "espacio", poder sentir la inmensidad de la inmensidad, de esa inmensidad sin límites conocidos, llena de tantas preguntas e hipótesis sobre su creación y su bulliciosa, reverberante y agitada vida.
***
Dos días después recibí respuesta: Buenos días, le agradecemos su interés en participar en nuestro proyecto de inmersión espacial: Espaciolibre. Agradecemos nos envíe su hoja de vida, (no mas de diez líneas), y una fotografía reciente. Si es elegido, nos veremos personalmente en videoconferencia.
***
Mientras transcurrían los días en espera de la, -para mí- segura llamada, la imaginación se transformó en un volcán: me invadieron múltiples preguntas que recibían múltiples respuestas, imágenes que creaban múltiples imágenes, emociones que generaban nuevas emociones. Mi pensamiento, mi vida toda, se transformó en una vorágine de expectativas, de excitación incontenible.
***
La joven de unos treinta años, vestida de astronauta, me lo dijo: le felicito en nombre de Espaciolibre, usted ha sido seleccionado para formar parte del grupo privilegiado que viajará al espacio. Nos interesó particularmente su juventud y que sea médico. Usted recibirá en unos días un correo con las instrucciones de viaje para su

entrenamiento. Sobre los objetivos de la incursión espacial, éstos le serán informados mas adelante; estamos seguros que no le defraudarán.
He recibido un pasaje a Hong Kong y una remesa de mil euros para gastos. Mañana inicio el periplo. Sé que en el destino, me estará esperando una persona del equipo que me dará nuevas instrucciones. Me han dado también un número telefónico para comunicarme si surgiera algún inconveniente. Sé, que de allí me trasladaré con un pequeño grupo, a una isla de un archipiélago en el Océano índico donde se encuentra la base de entrenamiento del proyecto. Estoy inquieto y emocionado.
***
Seis viajamos de Hong Kong a la isla en una pequeña avioneta, (nueva experiencia para mí). Hombres y mujeres de varías edades, aunque la mayoría jóvenes, de todas las razas. Logramos entablar vínculos gracias a que todos hablamos inglés, (era un requisito). Todos, vírgenes espaciales, entusiasmados por la aventura que emprendimos.
***
La recepción en la isla fue amable, diría calurosa. En la breve bienvenida nos entregaron las reglas a cumplir en nuestra estadía, luego nos brindaron un excelente almuerzo y nos acompañaron a nuestras cómodas habitaciones con televisión, aire acondicionado, una pequeña refrigeradora y una computadora conectada a internet.
Mañana será día de exámenes médicos, y tendremos una semana de espera a que se complete el grupo, (unos cien, dijeron); entonces comenzará el entrenamiento para el viaje al espacio, (dos meses dijeron). De los objetivos de la misión, pronto lo sabrán, dijeron.
***
La isla es realmente agradable, a pesar del intenso calor. Los compañeros, también. En pequeños grupos fuimos amistando, recorriendo y disfrutando de las playas, de las áreas boscosas, del centro de ejercicios y de la excelente comida. Todo es acogedor y vale la pena repetir: los seleccionados éramos un grupo multinacional, multicultural, multíétnico. La convivencia era ideal.
Imaginé, entre tantas cosas que imaginé durante esos días de convivencia, que la idea de Espadolibre, podía ser, crear una ciudad en algún planeta, un experimento social sobre nuevas normas éticas creadas por nosotros mismos; desarrollar nuevos medios de producción con principios claves de autogestión, un experimento en que, ciencia, ética y cultura, serían los pilares del desarrollo y la convivencia. ¡Excitante!
También surgió en aquellos días de espera, una nube de nuevas inquietudes, que, pienso, todos teníamos pero no nos atrevimos a exponer: ¿cuál el objetivo?, ¿cuánto tiempo estaremos en el espacio?, ¿tenemos seguro el regreso?, y mi pregunta personal mas íntima: ¿quería regresar?, ¿querría regresar?
***

Fue una intensa reunión de dos días en un anfiteatro climatizado; todos los redutados y cinco representantes de Espaciolibre. Las paredes* eran espejos, lo cual produjo la sensación de que éramos miles; la tensión y la emoción eran enormes.
Ellos, se presentaron, todos eran funcionarios de diferentes agencias espaciales: China, Rusia, EEUU, Francia, Brasil. A continuación nos presentamos nosotros, compartiendo deseos, sentimientos, emociones, experiencias y algunos temores. De los objetivos de la que llamaron "la misión", solo nos dijeron que somos parte de una obra fundamental para la humanidad, que, a su tiempo, sabremos. De la duración y el regreso nadie se atrevió a preguntar.
***
Ya comenzamos el entrenamiento. Yo había imaginado muchas cosas, en particular como es la ingravidez, pero la experiencia sobrepasó lo imaginable.
Dos meses: la experiencia fue dura, diría extenuante, mas plena de emoción. Intensos ejercicios físicos, aprendizaje virtual en simuladores del manejo de las naves, de la comunicación, vínculos y normas de higiene y convivencia de los reclutas, (seis por nave, tres mujeres, tres hombres), los paseos espaciales, los riesgos, (hicieron particular énfasis en el riesgo que para nosotros y nuestras naves, es la "basura espacial" que se incrementa día a día; hay de todo, dijeron), los procedimientos para situaciones de emergencia, la alimentación, el control de las investigaciones que vamos a realizar. Dos meses: doce horas diarias, que me dejaban exhausto.
***
El 4 de julio del 2017, coincidiendo con mi cumpleaños, (vale la pena mencionar que todos los cumpleaños se festejaron a lo grande), se efectuó la última reunión previa a la partida al espacio. Nos distribuyeron al azar en grupo de seis como nos habían dicho, nos dieron las coordenadas a seguir en nuestros vuelos de tiempo "indeterminado", (hicieron énfasis en "indeterminado"). El Objetivo, ("la Misión", recalcaron), nos será revelado durante el segundo día de vuelo.
***
Emoción, zarpamos. Dos día mas tarde, los reclutas recibimos el objetivo, en realidad una orden: la gran misión de Ustedes, representantes de Espaciolibre, es contribuir con la Humanidad, (recalcaron), en el presente y futuro de la aventura espacial humana: deberán recoger la basura que circula en el espacio y depositarla en la cara oculta de la luna. Del tiempo en el espacio y del regreso, hablaremos mas adelante, recalcaron. Nos mantendremos en contacto. Feliz viaje.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA FOSA (Número de caso X0811623)

 

 


El Azar, como tantas veces en la vida y en la historia, se hizo presente aquella mañana soleada de un invierno gris.
El fuerte brazo de la gigante excavadora dio uno, dos, tres manotazos, abriendo el subsuelo del nuevo edificio de noventa pisos que engalanaría la ciudad.
El maquinista detuvo bruscamente el brazo demoledor al ver restos
»
humanos mezclados con rocas y arcilla.
Eran veinte, o treinta, o cincuenta, o cien, o, los cadáveres encontrados. Asesinados a balazos. Asesinados por la policía, asesinados por el ejército, asesinados por los paramilitares, o los guerrilleros, o los narcotraficantes, o... Asesinados.
Nunca fueron identificados los muertos, nunca fueron identificados quienes dispararon, nunca fueron identificados los que dieron la orden. Nunca.
Solo el azar permitió saber que allí existía una fosa única para los desaparecidos.
El azar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UN DÍA DE SOL RADIANTE

Me ha dado la risa y me ha dado el canto De Gracias a la vida de Violeta Parra

 

 


Será un día de sol radiante. Te sientes de buen ánimo y saldrás a caminar, como te gusta, por la rambla. Como siempre, te sentarás en uno de los bancos de piedra. Mirarás, el estallido de las olas en las rocas de la costa y aspirarás, como siempre la niebla salina que te salpica. Soñarás viajar a deseados destinos, como siempre, al ver pasar las siluetas de los barcos en el lejano horizonte. Las seguirás, como siempre, y las verás fundirse en la nada de tus nostalgias. La gente pasará a tu lado, como siempre, lanzando miradas furtivas que evitas responder. Gozarás, como siempre, con fruición inusitada, las largas piernas, los muslos suculentos, las nalgas y los senos caprichosos, bamboleantes, de las jóvenes y no tan jóvenes que pasan. Como siempre, desearás acariciarlas y al no lograrlo te amargarás como siempre.
La llamarás a Ella que responderá, sí, en la confitería Del Parque, como siempre, en una hora. Como siempre, la esperarás en tu deseo. Después de tu cuarto uisqui, solitario uisqui, leerás el recuerdo de aquella voz:
Oye, deja de estar fruncido, cara de limón ácido. Mañana, ya verás, amanecerá un sol radiante, tu ánimo será mejor, ya verás, te vendré a buscar bien temprano, ¡remos a pasear al río donde íbamos cuando niños, ya verás, correremos entre los añosos árboles hasta que los corazones latan desaforados, ya verás, cantaremos acompañando a los pájaros, nos daremos un abrazo fuerte, fuerte, fuerte, besos, besos, besos, y nos haremos el amor, el amor, el amor, ya verás.
Sentirás entonces, la deseada erección, como siempre, pedirás el quinto uisqui, y te irás, alunado, como siempre, a tu oscuro y solitario apartamento, en un día de sol radiante. Ya verás.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PICASSO

 

 


Envolvió el cuadro con mucho cuidado y dirigió sus pasos a- la galería Stuck and Company en la Avenida Matisse en París.
Tocó el timbre y esperó el clic de la puerta para entrar.
-Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle?, le dijo el Sr. Stuck extendiendo su mano derecha para saludarle.
-Gracias por recibirme, vengo a verle porque me he informado que usted es uno de los grandes conocedores de las obras de Picasso, y, el cuadro que traigo para su apreciación, es una de sus obras desconocidas hasta ahora.
-¿Desconocida? Sonrió con un dejo irónico que no pasó desapercibido por el joven. Por favor, tome asiento, ¿gustaría un café o un te?, y agregó: ¿cómo sabe usted que es desconocida?
-No gracias dijo el joven mientras se sentaba y esbozaba una sonrisa con tinte malicioso. Prefiero un vaso de agua sin hielo, si no le es molestia.
-¿Podría mostrármelo?
El joven desnudó lentamente el cuadro, lo colocó frente al Sr. Stuck, mirando atentamente la cara del galerista, esperando sorpresa y estupor en su mirada.
-Pues parece un Picasso de su época azul. ¿Dónde lo consiguió o encontró? Silencio.
-Debo verlo con mas cuidado y hacerle varios estudios especializados para saber si es un original como usted dice. Incluso, para alguno de esos estudios deberé enviarlo a Alemania.
-Justamente, para eso lo traje, para que lo haga ver por otros expertos y determine si es un Pablo realmente, aunque yo no tengo dudas. Si es verdadero debe valer varios millones de euros, así que no me molesta pagar las consultas y estudios que sean necesarios realizar.
-¿Entonces usted está dispuesto a dejarlo bajo mi total responsabilidad?
-Por supuesto; basta que usted me entregué un documento con su firma, en que acusa la recepción del cuadro, y adjuntamos una foto del mismo que podemos sacar con el celular e imprimirlo.
-¿A quién le dirijo el documento?
El joven, que en ningún momento se presentó, cogió el vaso de agua, tomó un sorbo y dijo: no se preocupe por poner un nombre, yo confío en usted.
-¿Cómo me comunico con usted?
-No se preocupe Sr. Stuck, le llamaré en quince días. En su tarjeta y en el documento que me entrega, están sus números telefónicos.
Recibido el documento con la foto, el joven se despide sintiendo que deja a Stuck totalmente confuso e intrigado, sospechando que el cuadro no es mas que una excelente copia falsificada tan frecuente en el mercado de arte europeo.
Mas Stuck, tenía otra pregunta quizá mas importante; ¿quién es ese joven?, ¿dónde encontró el cuadro, aunque sea una falsificación?
Preparando una respuesta a esas interrogantes Mr. Stuck sabía que tenía grabada la conversación en su sistema de vigilancia interno y el vaso del cual el joven tomó agua: allí tenía seguramente la impresión digital y la saliva para conocer su ADN.
***
Ya solo en su galería, Stuck se dedicó al estudio mas pormenorizado del cuadro: los colores, los trazos, la firma, la fecha. Esto no es mas que una muy buena falsificación, se dijo, pero de cualquier manera lo haré ver por otros expertos, y lo enviaré al laboratorio químico en Alemania para el estudio de las pinturas usadas y lo haré ver por grafólogos especializados en arte. Él me dijo que pagará todos los gastos.
***
Mientras se realizaban los estudios de la pintura, Stuck puso en marcha la investigación sobre el joven. Entregó al Departamento Policial de Investigación de delitos de arte, el video de la reunión y el vaso. ¡Es que un cuadro desconocido de Picasso, no aparece así como así!, y en cambio, las falsificaciones son pan cotidiano y delito a castigar.
El joven fue identificado, no tenía antecedentes policiales. Su casa fue registrada estando él ausente; se encontraron tubos de óleo, lienzos, algunos de ellos con pinturas comenzadas, pinceles, etc.

Sin embargo, la pregunta quedó sin respuesta: un joven pintor desconocido, que utiliza seudónimos, francés, sin padres conocidos, nacido y abandonado en un Hospital periférico de París hace veintiséis años.
***
Dos acontecimientos se dieron casi simultáneamente: el señor Stuck recibe la llamada del joven y se ve obligado a decirle, pese a su estupefacción: el cuadro es un Picasso verdadero y agregó: ¿lo vende?, fue valorado en 20 millones de euros. El joven contestó afirmativamente y agregó: en unos quince días le llevo otro.
***
A mi también me llamó la atención que un cuadro de Picasso, desconocido, apareciera como por arte de magia. ¡Eso es imposible! Decidí entonces realizar mi propia investigación del joven, impulsado por esa expresión extraña de "padres desconocidos" que leí en el informe policial. . .
Enrumbé mi investigación hacia el campo de la genética y de los laboratorios, muchos se ellos clandestinos, en los que estaban haciendo pruebas de clonación de humanos; llegué a descubrir que en uno de ellos guardaban células madre de varios genios del siglo XX, entre ellos de.Picasso. Gracias a informantes secretos supe que habían logrado clonar a Picasso, lo implantaron en un útero prestado e inmediatamente después del nacimiento, secuestraron y desaparecieron a la madre hace exactamente veintiséis años.
***
Varios meses después de estos acontecimientos relatados, se presentó un joven en el Departamento de música mozartiana de la Universidad Louis XV en París, presentando la partitura de una sinfonía desconocida de Mozart.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

QUÉ SOLOS NOS DEJAN LOS MUERTOS!

 

 

 ¡Viste que te estás quedando solo!
Tus padres ya murieron, algún hermano o un hijo también. Tus maestros ya murieron, y muchos de tus profesores también. Y Machiko Kyo, la actriz japonesa de la que te enamorastes de adolescente y Marilin la gran diva, y Mercedes Sosa y Ella Fttgerald y Piazzolla y Yupanqui y Marcel Marceau y Benedetti y Borges y Cortázar y el Che y Fidel y tu mejor amigo de la escuela y tu primera noviecita y cuántos compañeros de trabajo y tu vecino ...y la alegría... y la esperanza...
Viste, te estás quedando solo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REFLEJO EN EL VASO DE UISQUI

 

 

Yo siempre quise ser feliz.
Sus recuerdos. Se le entreveraron sus recuerdos. Los recuerdos de los recuerdos. Los recuerdos de sus pasiones, de sus sórdidos deseos.
Un débil rayo de luz penetra por una hendija del cortinado, bailotea en la tiniebla que la embarga, y golpea un reflejo en el vaso de uisqui vacío que ha quedado sobre la mesita que alguien, ¿su primer marido, alguno de sus amantes? le regaló para su cumpleaños treinta y tres.
Se siente como esos malabaristas, esos toreros, que, para ganarse la vida y un recuerdo en sus espectadores, juegan todos los días con la muerte.
Yo siempre quise ser feliz.
{La muerte! Ella nunca pensó en la muerte. Nunca. Como en la ruleta, en su vida, siempre apostó a ganar. Siempre a ganar.
Y, ¿ganó?
¿Habré ganado? Yo siempre quise ser feliz. ¿Esto que he vivido, sentido, gozado, es lo que la gente, mis amigos, las telenovelas, dicen, que es la felicidad?
¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy amarrada a esta máquina que gira y gira? ¿Quién me grita, quédese quieta, no se mueva?
Fue con Jesús María, mi primera pasión, ¿fue?, o con Carlos, aquella tarde que nos escapamos del colegio, y, en las sombras de los eucaliptos que nos miraban/con estupor primero y sonriéndonos después, ¿fue?, que perdí, gané. El disfrute de la alegría y el placer del sexo. Bien dije: alegría y placer. No, no. Fue con Ángel, o con María. Sí, sí. Con Ángel y María y mis primeros uisquis. Mis primeros uisquís con María y Juan Carlos. Los besos, las caricias, el sexo, el disfrute.
¡Quédese quieta, no se mueva!

No, no. Fue en la clase de literatura en la universidad, antes de casarme con Luis Alberto, o con Ángel, con el profesor de literatura, cuando le llevé mi primer cuento: Las pasiones de mi cárcel. ¡Cómo disfruté escribirlo y leerlo en clase! Me felicitaron, me aplaudieron. Luego, el profesor me invitó a su casa, que dolor siento, tengo sed, y le leí el otro cuento mas íntimo, el de mi intenso amor con Angélica, y nos amamos escuchando los bellos divertimentos de Mozart.
Cuando presenté mi primer libro, esa novela en que una mujer casada y alcohólica, golpea e insulta a su marido, que le trae sus amigos para que tengan sexo con ella, delante de él, me abuchearon, pero yo estaba feliz, me duele, me duele, dijeron, que aunque es verdad que sucede, no es tema para una novela.
¡Quédese quieta, no se mueva!
Mi primer matrimonio, qué emoción. Entré feliz al mundo de las casadas, para divorciarme y casarme de nuevo. Qué te pasas la vida escribiendo y—yo, ¿no existo? Divorciarme y casarme de nuevo; ¿por qué esa insistencia en casarme? Después no; ya no mas casamientos. Bebí y tuve sexo con quien quise, con ellos, con ellas, con ellos y ellas, con ellas y ellos, y bebí y bebí, y gocé, y me divertí.
¿Dónde estoy?, ¿de quién es ésta casa? Todo se mueve, en círculos, círculos, cada vez mas círculos, mas pequeños, cada vez mas pequeños, con Carlos, con María, con Angélica, mis libros, mi novela, uisqui, mas pequeños, pequeños...
¡Respire señora, respire! ¡Por favor, respire!
El reflejo, en el vaso vacío de uisqui, se apaga, se apaga.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REGALO

 

 


¿A Guatemala? ¿Me haría usted un gran favor? Tengo un hijo que vive allá y cumple años en estos días. Me gustaría enviarle un regalo. ¿Tendría lugar en su maleta para un par de zapatos Gallarate?
Mi hijo salió hace ya varios años como jugador de fútbol, para jugar en un equipo en San Salvador. Le fue bien y logró ahorrar algún dinero. Allí conoció a una chica "chapina" (así me lo dijo él), se casaron y se fueron a vivir a la ciudad de Guatemala; con un socio y unos parrilleros uruguayos abrieron un restaurante parrillada. Me cuenta que es el mas grande de la ciudad, y tiene una excelente clientela. ¿Sabe por qué Gallarate? Son los únicos que usó mientras vivió aquí; se va a sentir feliz al recibirlos. Mañana le traigo los zapatos y le doy le número telefónico para que le llame. ¡No sabe cuánto le agradezco!
Dos o tres días después de mi arribo a Guatemala llamé.
¡Qué bueno que llamaste hoy! La vieja me dijo que llamaría un uruguayo que viene a estudiar acá; venite esta tardé que estamos festejando mi cumpleaños con un grupo de argentinos y uruguayos. Nada de traje ni corbata. Te espero, va a ser un gusto conocerte personalmente y compartir.
¡Qué vieja la mía! ¡Qué bárbaro! ¡Un par de Gallarate! Y, ¿cómo está ella?, hace años que no nos vemos.
¡Muchachos! , les presento a un uruguayo que conoce a mi vieja, además, me trajo un regalazo que ella mandó. ¡Sírvanle vino!
Esa tarde hubo buena carne asada, hubo vino, hubo chistes y carcajadas, hubo jolgorio... hasta que prendieron la victrola. Nos sentamos rodeando el aparato, alguien puso un disco de Gardel, cantamos con él, Jloramos la nostalgia y compartimos la borrachera...mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver.
Un brillante par de Gallarate, lucían en los pies del dueño de casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RUBÉN

 

 


Rubén, un joven atlético de unos veintiséis años, entró al consultorio con un fardo de médicos, pastillas y radiografías. Entró con una historia de angustias y decepciones. Entró con una mirada de esperanzas desesperanzadas y el deseo de cura y casamiento.
Relató sus dolores y vicisitudes, me miró con sus ojos brillo intenso juvenil, como implorando una solución mágica a sus males, y, Doctor, finalizó, si no me curo, no me voy a casar, no quiero ser un fardo de angustias y dolor para mi esposa.
Lo examiné y revisé sus radiografías. No había ninguna lesión orgánica detectable que justificara sus dolores. Decidí tratarlo con placebo y vigilar la evolución. Le indico, tres infiltraciones en la zona de mayor percepción del dolor, una cada quince días.
Pero, me dijo casi ordenando, me tiene que inyectar Usted, sino no me voy a curar.
Tres meses después, Rubén entró con su novia; me entregó una tarjeta de invitación para su boda; esperamos pueda acompañarnos.
Nos despedimos con un abrazo y mucha alegría.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UNA, NOCHE, FRÍA

Después de un silencio que parecía necesario Diamela F/íií

 

 


 A las 7y30; en la parada del 169 rojo frente a Kribis; no me falles, me
dijo.
Allí estaba; suéter negro, pantalón negro, botas negras hasta las rodillas, abrigo gris, bufanda gris; simulaba fumar impaciente esperando el 169 rojo frente a Kribis. Al acercarme, la luz de la caseta de espera, me permitió ver su expresión facial: esa expresión conocida que suma ojos grandes brillantes, pestañas postizas, un lunar debajo del párpado inferior izquierdo, y esa sonrisa que siempre baila en sus labios; esa sonrisa que nos hace dudar si es irónica, soez, erótica, o puramente virginal.
Detuve el carro. Tiró el cigarrillo apagado, se acercó, abrió suavemente la puerta del acompañante, entró, me dio un beso en la mejilla, cerró la puerta. Gracias por ser puntual, hace mucho frío afuera, ¿tenes prendida la calefacción?, y luego: vamos a la rambla, pero antes, dale una vuelta al estadio, lentamente.
Cada tanto, me hacía detener o reducir la velocidad y quedaba observando. Yo cumplía con sus pedidos.
En una de esas paradas, ya cerca de la medianoche, después de un silencio que parecía necesario, mirándome fijamente, dijo: para tu seguridad, tengo que decirte que no estoy en la lista de los "tupas" buscados por la policía o el ejército, ésto, para que entiendas por qué estamos paseando juntos esta noche, para buscar información de inteligencia que nos es necesaria, y agregó: yo sé que a vos, tampoco te están buscando. Ahora, si querés, paramos a tomar un café, y después me llevas a casa.
Afuera, continuaba viva, intensa, ocultando secretos, una, noche, fría.

Y...

Ahora lo recuerdo. Fue aquel personaje que le pedí prestado a Sandor Marai. Quizás lo recuerden: aquel intelectual que corrió a su apartamento recién bombardeado y, en la maraña de libros caídos, muchos destrozados o quemados, encontró el que le produjo la epifanía; lo abrazó y bajó corriendo las derrotadas escaleras, eufórico, gritando; aferrado con sus manos y su pecho, arropado en la tibieza de su emoción, llevaba el diccionario, todas las palabras del mundo.
La euforia de su emoción me llevó a recordar el gran acontecimiento del final del libro de Ray Bradbury, Farenheit 451. En el, un grupo de personas logra escapar de las fauces del imperio gobernante, que, en grandes hogueras, quemaba libros. Como han hecho otras dictaduras en la historia, como ejemplo próximo el nazi. Aquel grupo de personas decide que la única manera de salvaguardar su cultura es aprender de memoria, cada uno, un libro importante a preservar.
La visión de las hogueras me llevó a la casa de un compañero de estudios, a quien encontré quemando en su parrilla, libros y discos que denunciaban su pensamiento ideológico. Asado de miedo, miedo asado.
Por ese mismo miedo, una familia uruguaya, antes de salir al exilio durante la dictadura militar, construyó en su casa una pared falsa, tras la cual cobijó los libros y discos que juzgaron peligrosos para sus vidas. Veinte años después, los descendientes regresaron y lograron que el nuevo dueño de la casa les permitiera romper la pared secreta y recuperar así sus miedos escondidos.
Y, entre restos de otras paredes, lejos, muy lejos de la pared uruguaya, entre los humeantes restos de los bombardeos de los agresores en Irak, en un acto de defensa cultural, un grupo de jóvenes recogen los libros sobrevivientes en casas privadas abandonadas, en librerías y museos calcinados, y generan con ellos una biblioteca abierta al público.
Y...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

YA TE CONTARÉ

 

 

 Cuando morí la primera vez era primavera.
A mí me hubiera gustado morir en otoño. Morir disfrutando los miles rojos, amarillos, naranjas; llevarme el recuerdo multicolor para continuar disfrutándolo siempre.
Mi muerte fue inesperada: un absurdo accidente de tránsito en un amanecer florido de colores...de primavera.
Confieso: morí sin darme cuenta que moría. No guardo recuerdo de ese momento; ni placer ni sufrimiento: vacío.
Vivo ahora una vida extraña. Se agolpan en mi mente personas, hechos, circunstancias, que desconozco como mías, que desconozco haberlas vivido. Me siento ajeno. ¿Serán recuerdos míos o de otra persona?
¿Serán recuerdos?
Muchas de esas imágenes me producen placer y alegría, otras me perturban, me entristecen, me hacen sufrir; no me gusta revivirlas.
¿Revivirlas? -
¿Debo aceptarlas como mías? Es que ahora he construido mis propios recuerdos y se mezclan, se confunden, me confunden.
***
La próxima vez moriré en otoño. Guardaré por siempre sus colores y mis propios recuerdos. <
Ya te contaré.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿TRAICIÓN?

 

 


Sus palabras me provocaron un dolor y una rabia infinita; era una traición a la amistad que nos une desde que entramos a la secundaría.
¡Yo soy el mejor! Mi oratoria lúcida, cargada de brío y giros floreados es imbatible. Así fue en el concurso de oratoria de hoy. Yo, el ganador, el número uno.
¡Jurado maldito! Decidió darle el premio a otro y, encima de la catástrofe, mi amigo de tantos años se me acerca, y, en lugar de felicitarme, me dice: hoy no fuiste el mejor, te lo digo como amigo.
¿Cómo?, ¿qué dices?, ¿no me apoyas? Entonces, ¿para qué son los amigos, sino para apoyarse uno al otro, en cualquier circunstancia?
Pues, me contestó, yo creo que la verdad está por encima de la amistad.
Yo, no escuché mas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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Revisado el: 10 de agosto de 2017 17:43:27 -0600.

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