La NACION

 

 

 

MARTES 8 DE NOVIEMBRE DE 1955

LA EXPOSICION DE FLORA LUJAN



A través de la presentación que hace Flora Lujan de sus obras en Jas salas del Museo Nacional, va a ser posible observar el desarro-JJs~ artístico de esta pintora. Es probable que debido al importante número de cuadros colocados, Flora Lujan nos muestre allí y con sinceridad, el fondo de su concepto pictórico, la base do sus posibi-bilidades técnicas y hasta cierto punto, el camino que piensa se-guir.-
No creemos1, como se afirma en el texta qtie acompaña su catálogo, que se pueda hacer arte sin otra preocupación que de producir aríe. Tampoco acordamos tarjeta blanca a un artista frente a la crítica, sobre todo si éste se Incluye, por su manera de expresarse, por lejos que sea, en una es-

cuela ya definida y estudiada. El artista es un mensajero y tiene la obligación de hacer un aporte, de cualquier magnitud y alcance, al círculo que lo rodea. Tiene que abrir los ojos frente a la crítica, pues, si como en el caso de Flora Lujan, no está experimentando en un campo nuevo y entonces padeciendo normas, no puede ignorar, sin perjudicarse a sí mismo, recomendaciones o advertencias basat-das en hechos obvios comprobados a lo largo de lo que llamaremos para más facilidad, post-impre-sionismo.-
Hay peligros evidentes en la for nía de pintar de Flora Lujan, como puede haber igualmente su gestiones fructuosas. Le agradecemos la oportunidad que nos da, por medio de la variedad de su ex posición, de poder distinguir con acierto, lo interesante de lo que no lo es, y lo bueno de lo malo.-Lo apreciamos porque nos permite juzgar su obra con más facilidad, pero no le aconsejamos, en el porvenir, resistir a lo que unos llaman vanidad y nosotros conciencia, y proceder con la máxima y verdadera sinceridad, a una selección severa de sus obras. De lo contrario, las obras deíicientes —y las hay siempre hasta conseguir (y allí está e,Í verdadero problema) la plena caridad de su a-ventura— podrían inducir a la creencia de que los defectos sobrepasan el valor de los progresos, i
Por el momento, el público está en la posibilidad de ver a los primeros y de imaginar qué serán los segundos. También puede con cier ta tranquilidad, confiar en las o-bras presentes, relativamente numerosas, que demuestran calidad e hicieran la prueba del buen gus ta de sus adquirentes,
La mejor fuente' de inspiración de Flora Lujan es, sin duda, e] mar. Realizó allí sus mejores cua dros. Que sean el "Mar Azul', el "Mar Gris", los "Zopilotes" o - -"Puntarenas", todos estos cuadros concilian, en ellos y entre ellos, un saludable equilibrio de la com del colorido con una
Pasado el peligro de un verde un poco duro, quedan los azules, los grises, los negros y siena amarillentos en una muy fuerte escala de valores. Las pinceladas "es pontáneas" (se usó tanto esta pa-. labra acerca de Flora Lujan, que no se puede escribir sin algo de sonrisa y a pesar de la verdadera aplicación que le damos aquí) q' destacan ciertos detalles, como por ejemplo la línea del horizonte del mar o la silueta de una construc-ción^oB de un evidente valor artístico y dan este pequeño choque en que insistimos y que nos ayu-, ¡ da a reconocer sinceramente, don-, de "está" lo bueno. Sería muy lar go entrar en detalles en el presente texto. Se podrá hacer poco a poco en el curso de futuras críticas donde concentraremos núes tra atención sobre obras más defi- ¡

nidas. Sin embargo, se pueda igualmente felicitar a Flora Lujan, en cuanto a otras series de sus cuadro o sean, de sus acuarelas relativas a vistas de montañas y pueblos. Entre ellas: "Montañas", "Tegucigalpa" y "San Rafael da Tres Ríos" son las más acertadas.
Con excepción de unas "Caberas de Muchachos", seguimos pea sando que en la representación da figuras y cuerpos, Flora Lujan no tiene bastante dominio de su dibujo y que, aunque sobresalgan sus intenciones de caracterizar ciertas expresiones, el resultada es falta de fuerza y de vida y desenmascara inmediatamente una pintura muy femenina sin que logremos definir si está bien o mal, esta propiedad.
Evidentemente estamos pasando por alto otras obras dignas de men» ción pero queremos ahora llamar la atención sobre algunos núrna ros que sorprenden por su mediocridad y, a veces, cosa más grave, sobre unos cuadros de indiscutibla tipo cromo. Son los Nos. 35 "Por* ton", 32, 24, 25 y 6, todos de co-, loridos crudos, mal contrastados. No llegamos a entender cómo y por qué Flora Lujan quiso exponerlos y rebajar así la calidad da su manifestación. No hay nada que decir acerca de ellos sino que esperamos que coincidan con un período de principios o de ensayos de la artista que hace ya tiempo que olvidó cómo pintar de esta modo. Ya dijimos que para nosotros el hecho no demuestra valor ninguno y esperamos en su próxima exposición ver a Flora Lujan dar la prueba de su constancia en el trabajo y de sus esfuerzos hacia un mejor conocimiento del dibujo, pues en el camino qua la vemos, hay que servirle. Acon-sejarémosle más sencillez en sul temas, menos detalles en los acce-t sorios cuidar muchísimo los verdes, e irse a Puntarenas cuando vuelva el sol, a pintar y más pintar, como ella nos dijo que deseaba hacerlo. Buena suerte...

No sabemos si realmente hay que ver en la exposición del Musco Nacional la primera manifestación de la Asociación de Pintores y Escultores como lo deja entender el catálogo, pues no hemos vuelto a saber de ninguna reunión pública de sus miembros ni de sus de* seos de desarrollarse en una forma más amplia. De todos modos, estamos en Costa Rica, hay más tiempo que vida y la presentación de Flora Lujan fue hecha con habilidad y buena organización, ma reciendo unas justificadas felicita ciones. Creemos que algo de polémica caliente obliga a los eventos a definirse con más acierto y concretamente estamos contentos de haber asistido por fin, a un acto intelectual a lo cual cooperaron personalidades generalmente demasiado alejadas una de otra y di gámoslo as!, un poco perezosas.
J. M.