De su
obra se ha dicho que es una afirmacion de la vida, la expresion
de este mundo primigenio, libre de gastadas asociaciones y
manipulaciones formales.
Su principal carta de presentación es un conjunto de figuras
marinas de mármol de Guanacaste (piedra caliza conocida con este
nombre), basalto y bronce que perfilan insinuantes sus contomos
y movimientos, y mediante el cual se ha dado a conocer en el
medio artístico costarricense.
Mas Luís Arias Benavides, modesto, casi introvertido, siente que
Jo que hace es apenas una exploración en la que busca una
manifestación personal.
Para hablar de las motivaciones de este escultor herediano, de
su marcado intarés por crear y recrear esos enigmáticos seres
mitad piedra, mitad animal, que son los caracoles, pactamos una
reunión en su Barva natal, a media tarde de otro descolorido día
lluvioso de setiembre.
Arias
es simple en sus explicaciones. Le atrae el mar como éste ha
subyugado a muchos creadores más. Un mar que la gente no "siente".
Y le atrae toda criatura
circundante a la inmensidad líquida, que se arrastra, se
sumerge, se transforma en su profusión de volúmenes |
y
colores. Este artista, inspirado en sus inicios por "El
nacimiento de Venus", de Boticelli, en realidad busca al hombre
dentro de ese ser. Tras la careta, tras el cobertor, se halla la
verdadera criatura, el molusco, que es el que la construye. Por
tanto, la analogía es inevitable para Arias, quien quiere hacer
el hombre-caracol.
Para el escultor herediano, el microcosmos marino ofrece
múltiples posibilidades de formas y movimientos, de entornos y
belleza estética, por lo que se ha propuesto que su lenguaje
recoja y viva esos elementos y con ellos "hable" las líneas
esenciales del hombre.
La lucha terrenal
Luis Arias, licenciado en Bellas Artes de la Universidad de
Costa Rica, se inició en su quehacer hace poco más de 12 años.
Hasta el momento ha realizado diversas exposiciones en sitios
como la Universidad Nacional, la galería José Figueres, el Banco
Nacional de Costa Rica y el Museo Histórico Cultural Juan
Santamaría, en Alajuela.
El próximo 30 de setiembre concluye una muestra de sus trabajos
en el Colegio de Periodistas y en octubre
exhibirá su producción en el Instituto Nacional de Seguros.
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La
búsqueda de ese ser es la temática dominante de este creador,
que ejerce la docencia como profesor de Artes Plásticas en el
Liceo Manuel Benavides, en He-redia.
Asegura que no busca la perfección anatómica y estética en sus
obras sino un ser que a su juicio ni siquiera existe.
La musicalidad en la escultura es otro de los desvelos de Arias.
El artista manifiesta que le gustaría crear una obra que "suene",
con la ayuda de los principios de la física. Asimismo, sueña con
un gran caracol donde la gente pueda entrar y seníir ahí temor y
ansiedad, donde se vea obligado a buscar la luz de la salida.
Como materiales parf obras, Arias siente especia dilección por
la madera de bolo -para él el mármol de Cos Rica- y el guayacán
real, ésta úf tima una madera muy dura, resistente al agua
salada pero prácticamente extinguida, tras su uso _
indiscriminado en las proas de " los barcos y en los durmientes
de la línea férrea.
Con trabajos también en cerámica y esmaltado sobre cobre,
algunas de las esculturas de Luis Arias son "La gran ocarina
marina", "Ciprea", "Bellota acuática", "Huso melódico" y "Caracola".
"Madre perla" y "Ofíuro".
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