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La literatura
guanacasteca tiene como antecedente histórico la
producción de la literatura popular (coplas, bombas,
retahílas, tallas, cuentos o cuadros costumbristas).
Los sabaneros y la peonada componen y declaman. Son
poemas anónimos, espontáneos, apelativos, de
lenguaje directo, que se transmitieron oralmente,
desde el contexto de la hacienda ganadera, en el
siglo XVIII, hasta hoy. Con dicha literatura
adquiere vigencia el color local, el lenguaje
vernáculo, la figura del sabanero y del campesino,
lo pintoresco, el contexto rural o el acento
geográfico idílico.
El folclore tiene espíritu epocal, se canta, se
transmite, se recuerda. Los cuentos y romances
populares, las coplas o la música regional,
representan una afirmación de la guanacastequidad,
como una manera de conformar su acento
diferenciador.
La poesía guanacasteca en el siglo **, parte de un
hecho trascendental: la anexión del Partido de
Nicoya a Costa Rica, el 25 de julio de 1824. Desde
1980 sostengo que el grito: “¡De la patria por
nuestra voluntad!”, marca el nacimiento de
conciencia de esta literatura, que hoy se desarrolla
en la triangulación local, nacional y global. La
precisión semántica “¡De la patria por nuestra
voluntad!” permitió aglutinar los anhelos de todo un
pueblo. En esa línea, se considera una frase
bisémica, que incluye los conceptos, patria y
voluntad y, en opinión de Marco Tulio Gardela,
representa “todo un poema en una frase de pedestal”
(Gardela, Marco, 1995, 22. Guanacaste, árbol
poético. Universidad de Costa Rica).
La temática empleada por la poesía guanacasteca
escrita, precisa vías como el amor, la naturaleza,
la historia, la soledad, la vida, la muerte, el
misterio, el dolor, la paz, la familia, la
deshumanización, Dios, la protesta social. Inserta,
asimismo, costumbres y tradiciones: sabanero,
vaquiada, bailes, música; igualmente, los hechos
sociopolíticos de la Anexión del Partido de Nicoya,
la participación en la Campaña Nacional, la
presencia del Batallón de Moracia, el cercenamiento
peninsular, la Confraternidad Guanacasteca; el
índice socio-productivo de la hacienda ganadera y la
explotación minera. En todos, se advierte un
compromiso de conciencia con el mejoramiento del
Guanacaste Eterno.
Los creadores de la zona han encontrado en la
incorporación de su registro lingüístico un
distintivo para su discurso poético. Existe una
vocación transparente por insertar términos
regionales, con los cuales la poesía guanacasteca
gana giros semánticos y estilísticos propios. Ser
guanacasteco es enorgullecerse de ello para perfilar
un espíritu distintivo dentro del espacio regional,
nacional o planetario.
Se desprende que los términos incorporados
corresponden a diversas actividades socioeconómicas
de la región: la hacienda ganadera, las formas de
producción artística, las fiestas, la agricultura,
la flora, la fauna, la actividad minera, entre
ellas: sabanero, espeque, guacal, bajura, fajina,
parranda, vaqueada, pampa, huelenoche, tinaja,
llano, hamaca, matapalo, coligallero, molinete,
polaina, surco, hacienda, marimba, vaqueta, comal,
toril, relinchar, quijongo, tonada, retahíla, baile,
rodeo, talla, picada, tajona, galope, arrecho,
cimarronero, pilón, alforja, calabazo, fogón,
rancho, nimbuera, quijongo, carraca, jícaro, grito,
barro y los populares güipipía, o bien, uyuyuy
bajura.
Los símbolos con mayor recurrencia: Dios, lluvia,
sol, naturaleza, noche, sabanero. En otro orden:
mujer, llano, hombre, semen, semilla, grillos, mar,
animales, cosmos, silencio, sangre, raíz, fuego,
piel, piedra, ojo, flor, tierra, luz, ríos, pájaros.
Mediante la poesía es posible reconocer los rasgos
que fortalecen la identidad cultural del ser
guanacasteco con una visión cosmovisionaria:
trabajador, franco, amigo, benigno, fiestero,
luchador, apasionado, respetuoso, decidido,
pacífico, idealista, autóctono, sensible, orgulloso,
extrovertido.
Se considera de interés señalar que algunos ven al
guanacasteco como un ser empeñado en preservar sus
raíces y transmitirlas, no obstante, se aduce que es
abierto al contacto con otras culturas, sin embargo,
desea conservar su propio universo, porque vivencia
cuanto puede su vertiente cultural. Existe una clara
conciencia de que existe un ser guanacasteco,
heredero de una cultura chorotega, subalterna y
marginada, que se lleva adentro y se materializa en
su forma de hablar, en una cadencia propia y en una
gastronomía basada en el maíz.
El guanacasteco es quien siente, vive, apoya y
contribuye con el engrandecimiento del ser vernáculo
mediante su cultura y perfila su espíritu dentro de
un mundo de tradiciones y modos de ser. El auténtico
guanacasteco debe enorgullecerse con la práctica de
la guanacastequidad, definida por Marco Tulio
Gardela como “el conjunto de características,
símbolos, costumbres que conforman el ser
guanacasteco, forjado en el cotidiano discurrir y en
los acontecimientos trascendentales” (Gardela,
Marco; Fajardo, Miguel; Zúñiga, Ligia.
Confraternidad guanacasteca siempre. San José:
Zúñiga & Cabal, 1991, p. 9).
‘Vivamos la guanacastequidad’ es un programa
curricular, avalado por el Ministerio de Educación
Pública de Costa Rica. Es decir, el guanacasteco
inscribe su orbe, tanto humano como cultural, de un
modo definido; comprende su realidad contextual y se
muestra como partícipe de su herencia histórica, la
cual tiene que defender de amenazas e
incomprensiones.
Cada creador debe preocuparse por conocer los
alcances en torno de su función artística, la que es
valorada desde diversas perspectivas, a saber:
mantiene viva la memoria colectiva; proyecta al ser
humano en todas sus dimensiones;.es vehículo de
transformación cultural de los pueblos; es un medio
de lucha contra la ignorancia y la pobreza; es un
acto de goce personal, en su creación y recreación;
actitud de reivindicación social, militante y
comunicativa.
Se evidencia una diferenciación sostenida entre los
creadores del período tradicional (idealización
guanacasteca), con la incorporación de unidades como
costumbres, tradiciones, el abordaje prototípico
contextual, la hacienda ganadera como eje económico
y el surgimiento de los arquetipos, producto de ese
entorno. En este período, que comprende hasta la
primera mitad del siglo **, la actividad económica
guanacasteca giró en relación con las actividades
socio-productivas de hacienda ganadera. Como un
antecedente al período tradicional, se consigna la
existencia de tres textos emblemáticos: Mucho se
morían un poema chorotega en nahuatl, recogido por
el Dr. Chas H. Berendt en 1874; Loa del mangue de
Nicoya, recuperado por el lingüista Walter Lehmann,
en 1909 y El indio enamorado (Cabal, Antidio. Costa
Rica y poesía. Poesía indígena I. San José: CEDECO,
2003, pp. 114-116).
En cambio, los creadores de la posvanguardia -Centro
Literario de Guanacaste, 1974 hasta la fecha- han
ampliado su canon lírico, y sustentan una visión
objetiva de su espacio; asimismo, su ámbito
literario posee tonos de mayor alcance, producto de
los cambios en los índices sociales y educativos,
creación de las sedes regionales universitarias,
públicas y privadas, así como de obras de
infraestructura y megaproyectos, que implican un
relanzamiento: el aeropuerto internacional Daniel
Oduber Quirós y el Puente La Amistad de Taiwán, por
ejemplo, cambian el eje de vinculación con el Valle
Central y el mundo, los cuales aceleran los procesos
de transculturación y ponen a la provincia en la
onda expansiva de los avances tecnológicos y en el
marco de una nueva y agresiva economía de servicios.
A modo de ejemplo, Guanacaste recibió a 240.000
turistas durante el 2007.
Dentro de las promociones más jóvenes, se observa
una ruptura respecto de las formas y los modos
literarios heredados. Dicha separación es, tanto en
los aspectos estilísticos como en las producciones y
los registros temáticos. Reflejan su preocupación
desde Guanacaste, tanto en la onda extensiva como en
la cosmovisión regional, nacional, continental y
planetaria. Ellos mantienen una apreciación que
choca contra las circunstancias limitadoras y se
enfilan hacia un testimonio de símbolos y
pluralidades. Es una poesía de proyección, producida
desde Guanacaste, pero no para quedarse,
necesariamente, en sus contornos.
Guanacaste, como sujeto lírico, es un nudo de
significación visto desde una perspectiva crítica,
con un lenguaje elaborado, lleno de figuras como la
metáfora y la imagen guanacastecas, que tratan de
visualizar una toma de conciencia lírica, al
incorporar los guanacastequismos en las
construcciones lingüísticas. La diversificación de
los contextos económicos y sociales experimentados
por la provincia de Guanacaste inciden, ahora, en la
renovada cosmovisión, tanto temática como
estilística.
Las lecturas de autores nacionales e internacionales
son una constante entre los creadores nacidos
alrededor de 1950. Otro factor son los viajes y los
estudios. Muchos de sus creadores han logrado ser
individuos más viajeros y, desde luego, amplían su
orbe, ya que esa condición hace posible que el
lector sea capaz de realizar otra lectura de la
aldea global. Asimismo, la incorporación de la
Internet amplía los espacios culturales en el marco
de la modernidad y la globalización. Entre sus
autores tenemos a Otto Apuy, Omar Arrieta, Marco
Gardela, Manuel Marín, Florencio Quesada, Herberth
Espinoza, Santiago Porras, Ernest Florian, Franklin
Ruffino, Rosario Meléndez, Ligia Zúñiga, Mario
Matarrita, Enrique Tovar, José Antonio Porras, José
Antonio Cabrera, Álvaro Arias, Édgar Leal, Víctor
Piloyo, Adrián Díaz o Miguel Fajardo.
Establezco la siguiente periodización para la
literatura guanacasteca: a) 1824-1890; b) 1890-1935;
c) 1935-1974; d) 1974 hasta hoy.
Cronológicamente, hay dos escritores fundacionales:
Ramón Leiva Cubillo (1892-1992) y María Leal de
Noguera (1892-1989). Escarceos (1930), de José
Ramírez Sáizar (1915-2001) es el primer libro de la
poesía guanacasteca. Adán Guevara Centeno
(1913-1980) ha sido el poeta más viajero. Desde 1990
hasta la fecha, hay cinco tesis universitarias sobre
temas y autores de Guanacaste, tres en poesía.
En conjunto, los poetas de Guanacaste han obtenido
distinciones literarias importantes: Premio Nacional
de Cultura Popular, Premio Nacional de Promoción y
Difusión Cultural, ‘Aquileo Echeverría’, Joven
Creación, Una-Palabra, ‘Jorge Volio’, ‘Alfonsina
Storni’, ‘Fulbright’, ‘Carlos Gagini’,
‘Valle-Inclán’ o ‘Macedonio Palomino’.
Es interesante formular un recuento de la
integración que, desde afuera, han realizado
diversos autores, quienes incluyen a Guanacaste como
tema literario, por ejemplo: Aníbal Reni, Hernán
Elizondo Arce, Joaquín Vargas Coto, José León
Sánchez, Joaquín Gutiérrez, Edelmira González,
Rodolfo Dada o Juan Diego Castro Fernández.
Esta ponencia solo pretende mostrar la trayectoria
de la poesía guanacasteca en el siglo **, tanto en
el estadio histórico costarricense, centroamericano,
y más allá.
Lic. Miguel Fajardo Korea, académico de la
Universidad Nacional de Costa Rica. Premio Nacional
de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica.
Ponencia presentada en el XVI Congreso Internacional
de Literatura Centroamericana, 2008
Lucesita C, (Seudónimo)
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