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Franklin Zúñiga crea
seres imaginarios. Los concibe y encuentra por la
imaginación, fuera de la realidad, situándose en una
creación sin precedentes ni estilos preestablecidos.
Las suyas son figuras deformes que parecen seres
antidiluvianos o seres larvales que ansían
corporeidad. Expresan la lucha de la materia por
humanizarse. Algo potente, desgarrador por asirse a
la vida.
Pulidos o patinados, los bronces de Franklin Zúñiga
dan versiones de seres humanoides. Recuerdan las
gambas de árboles de la selva tropical. Algunos
recuerdan los rizóforos de los manglares. Otras, los
tentáculos estranguladores del "matapalo". Pero en
su metamorfosis luchan por llegar a lo vital y plena
humanidad. Son seres con un fuerte sentido de
ascensionalidad y verticalidad. Seres que a veces
sugieren agónicos cristos gotizantes y que cuelgan
inspirando y despertando la fe. Con esta nueva
variedad y con estas nuevas formas, Franklin Zúñiga
reafirma su posición de auténtico creador.
Profundamente definido con una personalidad propia
-¡tan suya!-, que muy pocos artistas costarricenses
pueden presentar. Y esto alegra profundamente porque
estamos en presencia de un real creador.
Monografía
1990 Franklin Zúñiga-Jirnénez. Textos de Luis
Ferrero y Douglas Quesada R. [s.p.i.]. San José,
Costa Rica. |
