TOMADO DE:
ANCORA, LA NACION. 16 DE ENERO, 2011
PERSEVERANCIA
La escultura con el tiempo
Perseverancia Cinco avezados escultores
exponen sus obras más recientes en la
Galería Nacional
DIEGO JIMÉNEZ FONSECA diegosr_cr@hotmail.com
06:11 P.M. 15/01/2011
En la Galería Nacional, el tiempo ha
destapado una exquisita reserva. Durante los
últimos treinta años, mientras todos
hacíamos lo que hacíamos, cinco hombres
hacían esculturas.
de Domingo Ramos. El artista emplea la
espiral como símbolo del renacer.
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Hoy, con el tiempo entre barba y cabellera,
esos hombres se han reunido para mostrar
cómo la pericia obtenida con los años se
manifiesta en sus obras más recientes.
Crisanto Badilla, Esteban Coto, Aquiles
Jiménez, Domingo Ramos y Manuel Vargas
exponen Cinco escultores, un legado, muestra
que reúne 22 obras de diversos materiales y
formatos.
La iniciativa surgió de los artistas y del
Consejo de Tutores de la Galería Nacional.
Dunia Molina, directora de este centro de
arte, indica que los creadores tienen en
común un trabajo digno y una diversidad de
lenguaje.
“Nos encontramos ante un despliegue
impresionante de obras escultóricas de cinco
maestros que están en la cúspide de su
quehacer artístico”, dice Molina.
Los artistas recuerdan que la idea de la
exposición fue espontánea. “Más que unificar
nuestras obras en una temática, quisimos
unir nuestras trayectorias para llegar a un
público amplio”, explica Esteban Coto.
Epígonos. “Desde antes de la colonia, el
arte de Costa Rica se ha destacado por su
escultura. Creo que esto ocurrió gracias a
que la escultura está más afianzada en el
ser humano. La piedra y otros materiales nos
hablan de los misterios telúricos, de la
vida, de la formación de la tierra” resume
Domingo Ramos (1949), cuyo verbo tiene la
afabilidad de un día libre.
El artista expone cuatro obras elaboradas
con mármol y madera, en las que figuran las
tendencias que han imperado en su carrera:
la figuración y lo abstracto. Ramos ha
trabajado con representaciones figurativas
en las que suele aparecer el tema de la
pareja. Este concepto se percibe en las
obras de madera Pareja y Encuentro.
En Armonía aparece su interés por lo
abstracto. Esta escultura de mármol italiano
presenta la espiral, elemento recurrente en
la obra de Domingo. El escultor aclara: “La
espiral es símbolo de la Luna. La Luna es
aquello que nace, muere y renace. Yo creo
que somos como la Luna: cada vez que nos
acostamos morimos un poquito, y nos
levantamos luego, como lázaros”.
Estos artistas se conocen desde hace muchos
calendarios. “Desde hace siglos”, bromea
Crisanto Badilla (1941). Hace cerca de 30
años, algunos eran estudiantes y otros eran
profesores en la Universidad de Costa Rica.
“A nosotros nos gusta insistir en la
técnica. Vea nuestras obras: son niveles
técnicos controlados, hay dominio de todas
las etapas y los resultados se llevan hasta
lo último. Son esculturas elaboradas con
métodos tradicionales, que se han debilitado
en los nuevos escultores. Ahora son muy
pocos los jóvenes comprometidos con el
manejo de la técnica” afirma Crisanto
Badilla.
Su esmerada obra La isla es ejemplo de su
afán por la técnica. Es una escultura de
mármol, en pequeño formato, que representa
poéticamente una pequeña isla, de las que
existen en el golfo de Nicoya. Según
Crisanto, en esta pieza hay un trasfondo:
“Para mí, todos somos islas; ni en la
relación más estrecha, dos personas llegan a
conocerse plenamente”, reflexiona.
Badilla también expone tres esculturas de
bronce. Para elaborar Observador, tomó una
obra previa (Mujer del tercer milenio) y le
anexó la figura de un adolescente. Así,
Crisanto modificó la forma y la intención.
“La obra representa la juventud recogida en
un estado de aislamiento. La parte interna
del rostro grande crea un mundo sugerente y
la idea de una pesadilla”, agrega.
Los mensajes de crítica e incertidumbre
también aparecen en la obra de Aquiles
Jiménez (1954), escultor galardonado con
cinco premios en Italia y otros en el Perú,
la Argentina y Costa Rica. En los trabajos
de esta exposición, Aquiles empleó el motivo
de la montaña.
En la grandiosidad de Montaña de la tristeza
profunda, el creador ha querido representar
el telurismo y la fuerza que tienen los
montes. La obra representa una montaña en
llanto, y es una metáfora del dolor que
puede sentir la naturaleza debido al daño al
que la somete el ser humano.
La verticalidad de la pieza sugiere la idea
de que la montaña es un guardián, aunque
impotente. La obra se hizo con andesita y
basalto nacionales.
En Canto de la luz montaña adentro, el
escultor aprovechó los efectos de la
iluminación. “La luz penetra en la forma, en
el material, y, al iluminarlos, se convierte
en la forma misma. Lo que hago es poetizar
nuestro paisaje”, detalla Aquiles Jiménez.
Al artista ejecutó esa obra con mármol de
Guatemala porque sus características le
brindaban la posibilidad de la
transparencia.
Señora y mar. Es muy clara la concepción que
Manuel Vargas (1952) tiene del arte: “El
arte aglutina toda la experiencia que
conforma la cultura de un pueblo”. Manuel lo
dice, pero es casi innecesario; ahí están
sus obras, que, facundas, lo susurran.
Quien antes haya visto esculturas de Vargas
sabrá, al entrar en esta galería, que aquí
hay presencia de Vargas. Son señoras
robustas que posan como lo harían en
situaciones cotidianas. Por ejemplo, De
compras muestra a una de esas mujeres
cargando un bolso mientras regresa –quizás–
del mercado.
Partiendo de ese tema sencillo, el artista
desea que la obra establezca un diálogo con
el espectador. “Durante estos 30 años, la
mujer gorda ha sido para mí una metáfora de
la mujer que ha dado su vida entera por su
familia, por sus hijos. Yo quiero que el
espectador perciba ese trasfondo y descubra
lo que yo veo: Costa Rica es un matriarcado
porque, aquí, la mujer es la que nos
impulsa”, agrega Vargas.
Los cinco creadores coinciden en que el
trabajo del escultor requiere una tarea de
planeación más compleja que la de otras
expresiones artísticas.
Sobre ello, dice Esteban Coto (1949): “El
proceso de la escultura es muy extenso y
complejo; por esto, el escultor no puede
arriesgarse a crear cosas muy livianas: debe
planear muy bien su proyecto”.
Dentro de las cinco obras que expone Coto
está Puente, parte de la serie Signos del
dolor. La obra se hizo con metal y mármol
nicoyano y representa una prótesis dental.
El escultor también presenta Esencias
caribeñas, tres cajas de madera llenas con
cocos muy pulidos. “Con esta obra quería
traerme un pedazo del Caribe costarricense.
Incluso, traje los cocos de Cahuita”,
explica Coto, quien obtuvo el Premio
Nacional Aquileo J. Echeverría de Escultura
en 1992.
Treinta años de carrera artística se
mantienen en la retina de estos hombres.
“¿Nuestro legado?”, se pregunta Badilla. “La
perseverancia. Han pasado los años, y
nuestra producción no se ha cortado”,
responde.
A su vez, Domingo Ramos sentencia: “Nosotros
hemos trabajado sin mayor apoyo, y eso nos
ha limitado, pero nos ha dado a la vez una
cosa muy hermosa: la libertad de hacer lo
que queremos y de demostrar que podemos
surgir sin ninguna ayuda”.
El mejor acompañante del virtuoso es el
tiempo pues con él se afina y en él perdura.
Para muestra, están estos cinco, que por
treinta años han esculpido con el cincel de
la perseverancia.
De relojes, el tiempo hace almanaques. De
piedra, madera, mármol y metales, estos
cinco artistas han esculpido un notable
legado. |