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Astilleros Puntarenenses

o industria malograda

 

 
Don Franklin Martínez  

A mediados de los 60 para los josefinos era casi obligado durante las vacaciones de tres mese el dejarse escapar por un fin de semana y si se podía, por la semana completa al Puerto de Puntarenas. También por lo general dependía también del padres de la joven que cortejábamos o que recordando “Amor de temporada” debíamos ir a proteger. Un viaje de casi 5 horas pasando por Heredia, Alajuela, Tacares, Grecia, Sarchí y Naranjo, al llegar a San Ramón nos sentíamos ya casi en el puerto. Faltaba Cambronero y la peligrosa Macacona. Pasado este calvario se llegaba finalmente a Esparza donde nunca entendí porque había que detenerse a comer si ya estábamos por llegar al puerto.

 

No obstante, siempre disfrute de un bistec a caballo en los restaurantes junto a la carretera. El Roble, Chacarita y El Cocal era estar en “El Puerto” La Angostura también era sinónimo de peligro Tan es así, que tiempo después ocurrió que un bus se salió de la carretera y quedo semi hundido en las aguas del estero, muriendo un buen número de personas. Pasado este susto, el calor ya era fuerte, el olor a estero se hacia notar y mas allá de donde hoy esta el Yat Club iniciaba una serie de casitas entre las cuales se veían galerones o entre frondosos árboles donde habían botes en construcción, otros terminados y gran cantidad de madera, sin faltar en el ambiente un olor a mezcla de cedro, brea y estero. Era interesante ver los torsos de gente morena por el sol trabajando en las diferentes partes de botes pequeños y grandes. Este panorama se repetía a lo largo del estero casi hasta llegar a la Punta.
En 1994 tomé varios días de vacaciones hospedándome en uno de los nuevos hoteles que aparecieron en la zona. Con tiempo y sin intereses que cuidar deambule desde Chacarita hasta La Punta con toda calma, paraba frente a todo aquello que me llamó alguna vez la atención y que no tuve tiempo para disfrutarlo realmente. Noté que de aquellos recuerdos de un estero efervescente de constructores de botes quedaba muy poco. Paré en los que pude, observé como hacían la quilla de un solo tronco, como montaban el costillar, colocaban las tablas al costillar. El tipo de armazón que constituía la cabina de mando. El montaje de los palos, rondanas y jarcia.
 

 
 
                 
       
                 

De lo que fue en los 60 hoy solo quedan si acaso 3 astilleros artesanales uno en el Cocal el otro en la 20 y creo que uno hacia el centro, el lado del estero ahora se viste de lotes vacíos, estructuras que medio afloran del piso ya que sus restos fueron saqueados para el reciclaje.

El de la “20” es de don Rafael Duarte “Pelota” quien prácticamente trabaja para sí mismo ya que su barco fue uno de los siniestrados cuando hace dos años prendió fuego la Base Naval de Puntarenas.
El del Cocal es de don Franklin Martínez , hombre adusto y curtido desde pequeño en estos menesteres, Construyó botes por varios años en el Salvador y finalmente se radicó en este sitio. Nos indica don Franklin que el Nautilis II, mismo que esta en esta página y es el que se muestra en la botadura después de un cambio de motor y calafateado, fue construido por el hace 45 años, Indica que el palo de quilla mide 18 metros, es de cedro y fue sacado de un solo árbol. En aquellos tiempos (1965) era normal ver hasta 30 “Carpinteros de Rivera” y sus asistentes trabajando en el sitio. Estos eran hombres que la experiencia, la iniciativa y el aprendizaje por observación los convertía en finos artesanos. Hoy en día no es posible hacer un bote o barco de estos en maderas por su costo tan alto. La resina vino a sustituir a la madera. Las restricciones de pesca hizo mella en la construcción de botes. Las concesiones (¡Por variar! [Interjección del autor]) a extranjeros para la pesca también afectan, al venir estas compañías con sus propios barcos.
El plantel donde había todo tipo de maquinaria para trabajar la madera hoy se reduce a unas cuantas máquinas básicas. Las cadenas muestran el paso de los años, Lo que pudo ser una industria floreciente y de exportación languidece y desaparece sin mayor réquiem.

 
 

La experiencia de siglos, como tantas otras cosas de nuestro ser costarricense desaparecen, ya no importan,  se crean instituciones para velar pero que rápidamente se convierten en puestos políticos y enemigos del gremio que estaban supuestos a "velar por..."

                 
                 

 

 

 

 

                 

 

 

 

 

                 
           
                 

Botadura de la nave despues del cambio de motor y calafateo

       
                 
       
                 
           
                 

Montaje de una nueva nave a dique seco

       
                 
       
                 
       
                 
       
                 
               
                 

Naves en proceso en el astillero de la "20"

       
         
                 
 

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Revisado el: 15 de octubre de 2014 13:14:52 -0600.

 
 

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