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LA COLUMNA
Reflexiones de ticoclub |
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Columna:
Reflexiones de ticoclub 2
La cultura como raíz de la identidad
“Un pueblo sin cultura es un árbol sin raíces: puede
florecer un tiempo, pero no sobrevive a los
vientos.”
— Anónimo costarricense
La cultura no es un accesorio de la vida: es su
esqueleto invisible.
Es aquello que nos da forma, que nos enseña quiénes
somos, cómo sentimos y por qué luchamos.
En ella se entrelazan las voces de quienes nos
precedieron, las tradiciones que nos moldearon y los
sueños que aún no hemos cumplido.
Cuidar la cultura es, en última instancia, cuidar
nuestra memoria colectiva.
En los últimos años, hemos visto cómo la
globalización digital borra acentos, simplifica
costumbres y sustituye la experiencia por la
velocidad.
Sin embargo, la cultura resiste como una raíz
profunda bajo el suelo de la modernidad: invisible,
pero viva.
Cada idioma, cada danza, cada artesanía es una
semilla que germina en silencio, recordándonos que
la diversidad no divide: fortalece.
Perder la cultura es perder el mapa.
Es olvidar que hubo una vez abuelos que soñaron un
país donde el arte y la naturaleza convivieran.
Por eso, cada exposición, cada festival, cada mural
en un barrio humilde es más que un evento: es un
acto de pertenencia, una afirmación de que todavía
sabemos de dónde venimos.
Y cuando un pueblo recuerda su origen, también
recupera su dignidad.
La identidad no se enseña con discursos: se
transmite con ejemplos.
El niño que ve a su madre tejer, al músico tocar
marimba o al pintor transformar una tabla en un
paisaje, entiende que la belleza puede surgir de las
manos.
Ahí nace el sentido de orgullo que ninguna red
social puede reemplazar.
Ser costarricense —ser latinoamericano, ser humano—
es llevar dentro un caudal de cultura que no se mide
en títulos, sino en sensibilidad.
Y aunque el mundo cambie de piel, mientras existan
artistas, maestros, campesinos, poetas y soñadores,
la raíz seguirá alimentando al árbol.
Porque un país sin cultura es una casa sin
cimientos.
Y un artista sin identidad, es una voz sin eco.
9/11/2025 |
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Columna:
Reflexiones de ticoclub 1
El arte como forma de resistencia moral
“Cuando el poder destruye la belleza, el arte la
reconstruye.”
— Anónimo contemporáneo
En un tiempo donde la prisa reemplazó al pensamiento
y la apariencia se confunde con la verdad, el arte
sigue siendo uno de los pocos refugios donde el ser
humano puede encontrarse consigo mismo.
No es casual que, en momentos de crisis o confusión,
surjan con más fuerza los artistas, los poetas, los
músicos y los soñadores: ellos son quienes recuerdan
que la dignidad y la conciencia no se negocian.
El arte, en su esencia más pura, no es un lujo ni un
adorno, sino un acto de resistencia moral.
Cada pintura honesta, cada escultura nacida del
alma, cada fotografía que captura lo invisible es un
gesto de oposición ante la indiferencia.
Cuando la mentira se disfraza de éxito y la
corrupción se normaliza, la creación auténtica se
convierte en una forma silenciosa —pero poderosa— de
decir: “Todavía hay belleza, todavía hay verdad.”
Resistir no siempre significa confrontar; a veces
significa persistir en la búsqueda de lo bello y lo
justo, cuando todo a nuestro alrededor invita a la
rendición.
El artista que sigue creando con integridad, aun
cuando nadie lo aplaude, es un guerrero de la luz.
Su obra no solo comunica, sino que defiende la
posibilidad de seguir sintiendo, en un mundo que se
anestesia con distracciones.
El arte educa sin gritar, denuncia sin insultar,
sana sin medicar.
En cada exposición, mural o melodía hay una lección
silenciosa sobre lo que realmente importa: la
coherencia, la compasión, el respeto por la vida y
por el otro.
Por eso, cuando un país cuida su cultura, también
está cuidando su conciencia.
La verdadera resistencia no ocurre en las calles,
sino en el alma:
en la mente del escultor que moldea esperanza,
en la mirada del pintor que redime el paisaje,
en la cámara del fotógrafo que salva un instante del
olvido.
El arte no cambia el mundo de inmediato, pero cambia
a las personas que pueden cambiarlo.
Y en esa cadena invisible —de sensibilidad, ética y
belleza— reside su poder más profundo.
3/11/2025 |
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Revisado el:
09 de noviembre de 2025 23:54:26 -0600.
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