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El bodegón,
el paisaje y el retrato (o la figura humana)
es la búsqueda de la perpetuación de un
momento idílico siempre unido a los
conceptos de atemporalidad y belleza. Estos
tres conceptos, tan poderosamente ligados a
la iconografía occidental, están siempre
cargados de simbolismos religiosos, sociales
y alegóricos. Así, el imaginario del Arte
Occidental ha creado los bodegones florales,
de objetos marinos, de joyas, libros,
monedas y acaso de cualquier cosa, con e!
referente social y estético de su época.
Aparte, los vanitas, que son una reflexión
profunda, un "mea culpa" de la sociedad ante
el abuso del lujo y una introspección de la
ligereza de la vida humana, son más bien
anti-bodegones. |
El
paisaje que se reinventa en los principios
del Siglo XIX deja de tener ese carácter de
fondo-escenario y se puebla de significados,
sensaciones, emociones, alegorías y
simbolismos, dirigidos a complacer el cambio
filosófico del siglo: el Romanticismo.
El paisaje se
resemantiza hasta convertirlo en un reflejo
de lo humano, de lo divino a través de lo
pastoril, lo grandioso y lo bucólico. Por su
parte la figura humana, el hilo conductor de
la gran cultura occidental, ha sido sin
lugar a dudas objeto del mayor interés
social. En ella se perpetúan las imágenes de
los actores sociales; personajes poderosos
que moldearon una época y dejaron su
impronta. Todo esto ocurre lógicamente de la
mano del arte y es así como vamos
construyendo las imágenes, si vemos la
relación tributaria con la cultura y su
vínculo inevitable con lo social.
Adrián Arguedas logra en su nueva serie
titulada copísto(s) resolver airosamente una
fusión entre todo este bagaje cultural y el
contexto propio e inmediato, o sea, una
fusión riquísima entre la cultura occidental
y la local costarricense; especialmente la
popular Valiéndose de esta fusión el artista
plantea un conflicto entre lo ajeno y lo
propio. Con carácter critico examina y
disecciona nuestra cultura y plantea una
nueva visión de su quehacer. Teje una
estructura visual partiendo de aquellas
básicas al inicio citadas y las funde con
imágenes de medios de comunicación que
usualmente empleamos en la sociedad
globalizada como fotografías, elementos del
Pop Art Ingles y Americano, cine, publicidad
e internet. A lo largo de su propuesta
Arguedas busca la asociación de ¡deas con
sensaciones, en ocasiones muy próximas pero,
en otras, totalmente opuestas, Esto le
permite "copiar", o, mejor dicho,
reinventar su ideario plástico para
transmitir nuevos mensajes como la
trivialización de la cultura por los
sistemas mediáticos y la transculturación, a
la vez que utiliza la pintura como un medio
de reflexión con una intencionalidad propia
del piense, reflexione, goce y disfrute. En
esta nueva serie la crítica es mucho más
sutil que en trabajos anteriores, mucho
menos obvia a través de una depurada
selección de imágenes de los más diversos
temas.
En muchos casos Arguedas logra crear su
lenguaje discursivo utilizando fusiones
absurdas, como sus bodegones con temas
publicitarios propios de cualquier revista
que retrate e bienestar de la clase media,
para, de una u otra manera, inquietarnos con
estas imágenes. Juega con enlaces
históricos, recuerdos propios, recursos
informáticos y la nueva concepción del
espacio visual a través de ésta: el píxel.
El artista goza, se divierte seriamente con
estas obras donde el píxel se une al retrato
académico para cuestionar la realidad,
porque si la vemos a diario en nuestra
pantalla de computadora;¿por qué no verla en
una creación artística? Juega con la
historia propia y común para replantear
situaciones y así crear nuevos mapas
teóricos a modo de idearios estéticos.
Una de sus inquietudes más profundas en esta
serie ha sido el cómo renovar la pintura en
este momento que el arte, en muchos casos,
ni siquiera la contempla. Esta propuesta nos
plantea que para esto es vital el recurso
analítico, volver la obra más participativa
y más lúdica. Anteriormente se creía que lo
bueno en el arte era la copia exacta, pero
hoy sabemos que toda obra artística es una
obra personal, una representación del mundo
interior del artista, o sea; una creación
mental socialmente permeada a través de la
filosofía y la estética imperantes, En cada
exposición Arguedas se replantea nuevas
búsquedas que en este caso le permiten
analizar la problemática de lo social a
nivel individual y de grupo. Aunado al
fenómeno de la belleza logra dar una nueva
interpretación a un recurso sobreutilizado y
cansado como es el oficio de pintar y así
renueva y revitaliza su pintura. A través de
una profunda investigación, unida a su ya
conocida depurada técnica, la serie
copista(s) es otro gran aporte del artista a
a plástica costarricense. |