Nace en el Cantón Central de Heredia.

1906

a

1907

A la edad de doce años inicia en el taller de José Zamora el Viejo. Aprendió allí el arte de riqueza expresiva, ennoblecedora de los sentimientos al educar la razón. Aprendió a esculpir la madera con gran respeto por las normas del arte antiguo. Allí le enseñaron a sujetarse a todas las nociones de la racionalidad: anatomía, proporción, equilibrio, cánones, etc., cuya aplicación —según el academismo— "permite al artista realizar un arte perfecto, como el de los antiguos". Un arte "bello", opuesto a todo lo vulgar y común. Con un arte así se "logra el buen gusto", según los académicos.

Al tallar imágenes religiosas, Juan Rafael aprende la concepción de una escultura puesta al servicio de exaltar personalidades, en este caso, del santoral católico. También tedia algunos desnudos.

Participa en su primera exposición, en la Segunda exposición Nacional con "Desnudo" durante la cual Juan Ramón Bonilla lo conoce y considera que debe otorgársele una beca para estudiar en Europa, la cual se hace realidad

Toca al presidente Julio Acosta García hacerla efectiva. Juan Rafael viaja a Europa, pero no puede realizar sus anhelados estudios. Por aquel tiempo, las academias de arte están cerradas por la crisis de la Primera Guerra Mundial, recientemente finalizada. Vive en Paris pocos meses, pero recrea sus ocios en la contemplación deslumbrante de las esculturas de Rodin, de Maillol, de Rude, de Carpeaux y de Bourdelle. La vida le es apremiante: no se le giran las mesadas de la beca. Viaja a España en donde se emplea como cargador en los muelles de Barcelona. Y, después, en el taller de imaginería del maestro José Arguyol.

Regresa a Costa Rica en sin poder realizar su ideal de conocer Italia.

1924 a
1947

Entre estos años, Juan Rafael ejecuta poca obra "profana" y sí grandísima cantidad de imágenes religiosas. Al principio con el maestro Manuel María Zúñiga-Rodríguez y, luego, en su propio taller, en Heredia. Y estrecha amistad con Juan Manuel Sánchez, Néstor Zeledón Várela y Francisco Zúñiga.

Contrae matrimonio con la señora Josefina Balmaceda, quién lo acompañará toda la vida. Es en este mismo año que establece un Taller de Imagenería en Heredia.

 El diplomático argentino doctor Enrique Loudet, sorprendió a la sociedad costarricense con una exposición de pintores de su patria. Y como resonancia de esta demostración, el "Diario de Costa Rica" toma la iniciativa de organizar anualmente (desde 1928 hasta 1937) unas exposiciones artísticas enfrentadoras del arte académico y el de la Nueva Sensibilidad.

Chacón participa en la de 1930 con una "Cabeza de indio", en piedra, iniciadora de un cambio estilístico y la cual marca, a su vez, su participación en las siguientes exposiciones junto con Sánchez, Zúñiga y Zeledón Varela.

El enfrentamiento con la piedra para esculpir en talla directa su "Cabeza de indio", lo lleva a preocuparse por estudiar las obras de Barlach, Kollwitz, Barral, Macho y Mestrovick; que habrían de dejarle una rica ampliación muy expresiva en su arte, su temática, su técnica y valoración de lo escultórico.

Al irse alejando de la imaginería religiosa, y el empezar a tallar maternidades, desnudos y figuritas en miniatura, Juan Rafael va desplazando el culto de los santos católicos por el de los héroes culturales con una concepción renacentista. Por su humildad, permanece fiel a su provincia.
Desde su Heredia natal, Juan Rafael iría creando obras. Las daría a conocer en varias exposiciones colectivas: en 1932, en la Cuarta Exposición de artes plásticas

En junio, participa con motivo del bicentenario de la ciudad de Heredia

Agosto, para celebrar las Bodas de plata de la Escuela Normal de Costa Rica

Marzo, la Muestra selectiva del arte costarricense auspiciada por el Rolling College, para recorrer varias ciudades de Estados Unidos; en julio de 1950, la Semana del arte costarricense que culmina con la fundación de la Casa del Artista.

 En adelante, Chacón concurre a casi todas las exposiciones colectivas, entre otras, en 1953 en el Museo Nacional de Costa Rica; para la XXII Asamblea y Conferencia del Distrito 110 del Club Rotario Internacional; en 1958, con motivo del Congreso Internacional de Americanistas; en la exposición del arte religioso en Costa Rica (Museo Nacional, abril de 1959).

 Un grupo de profesores de la Universidad de Costa Rica junto con los clubes de Leones de San José y de Turrialba lo homenajearon por su cabeza heroica del Dr.Clorito Picado Twight.

 Luís Ferrero dice "Publiqué el artículo "Debemos hacer justicia al escultor Juan Rafael Chacón" ("Diario de Costa Rica", 12 de octubre). Yo quería justicia para él: juicio y equidad, pues muchísimas veces que lo visité pude darme cuenta y angustiarme de su frugal vivir. Una taza de café con un bollito de pan francés era hartas veces toda la comida del día. Y sin embargo, algunas veces lo ví compartir su pan con los menesterosos y con las aves. Para Juan Rafael, una amistad sincera era el mejor homenaje y el mejor alimento. Quería justicia porque a vida le era muy dura. Y entonces yo no podía explicarme cómo Juan Rafael sobrevivía a tantas privaciones. A los cuatro vientos la patria lo proclama su hijo predilecto pero, por otro lado, por indiferencia humana en los círculos oficiales, lo dejaba casi morir de hambre. Y a Chacón —un auténtico valor— se le negaba el mínimo vital para que pudiera crear más. En cambio, a muchísimos parásitos del erario se les proporcionaban honores y prebendas lucrativas para vivir holgadamente en el extranjero, holgazaneando en jolgorios improductivos para el país. Y con ello se alzaba sobre el pavés a la mediocridad lo cual en las tres últimas décadas ha sido el cáncer aniquilador de la patria. Los mediocres cercan a los auténticos creadores para anularlos. "

Sufre uno de los momentos mas difíciles de su vida al morir su esposa tras una larga y dolorosa enfermedad. ("Juan Rafael daba bendiciones al trabajo de sus manos pues le permitía para aliviar los dolores de su esposa" L. Ferrero.) , no obstante que paradójicamente, en este mismo año, obtiene el Premio Nacional de Escultura y el segundo Lugar en los Juegos Florales.

Con motivo de la Conferencia Interamericana en San José; a la Exposición erróneamente llamada "An-tológica" (antología es una colección de trozos literarios selectos) organizada por la Dirección General de Artes y Letras con motivo de la reunión de la Federación de autores de Centroamérica, etc. Con tales exposiciones el costarricense pudo contemplar algo del diario quehacer de Chacón, en tamaños diminutos, casi miniaturas. Algunas de estas obras pertenecerían a colecciones particulares, y oficiales dentro del país o del extranjero. Al mismo tiempo, iban apareciendo otras en sitios públicos.

Chacón pudo realizar una obra vasta porque su raíz primigenia era la artesanía. Sin embargo, la lucha por la supervivencia le restaba tiempo valioso para la creación. A pesar de ello, se imponía para incorporar nuestras artes a las manifestaciones contemporáneas. A la vez, humildemente conservaba la mejor tradición del espíritu costarricense: el sano sentido del realismo. Y esto lo explicaba así:
"Con el trabajo me he ido formando. El arte es algo que se trae; se tiene, se cultiva después. La escultura es de oficio, de fuerza y de mente; pienso que hay que ser fuerte, con resistencia de espíritu. Por eso me gusta la escultura, porque así me hice yo".

La municipalidad del cantón central de Heredia lo declaró Hijo Predilecto de la ciudad.

Durante la Exposición Antológica de Arte Costarricense sufre un infarto del cual se recupera pero quebranta su salud, aún así continúa trabajando, siendo su última obra "Monumento a la Madre" el cual deja abocetado ya que queda ciego.
 

 El Liceo de Heredia lo agasajó con motivo de la concesión del Premio Nacional de Cultura Magón.

Rodeado de escultores, se le entregó el libro Juan Rafael Chacón, de Alejo Fumero Páez, pero apenas pudo palparlo y acariciarlo: ¡estaba ciego!

Nuevamente en el día de la inauguración de su primer Exposición Individual, organizada como justo reconocimiento por don Luis Ferrero, sufre un nuevo ataque cardiaco

Tras un largo padecimiento muere el 6de junio.

1957 Ferrero, Luis

Debemos hacerle justicia al escultor Juan Rafael Chacón. EN: Diario de Costa Rica, 12 de octubre de 1957.


DEBEMOS HACERLE JUSTICIA
AL ESCULTOR
JUAN RAFAEL CHACÓN

No cabe duda que en Costa Rica todavía queda vestigios de los buenos tiempos del taller imaginero.
Cuando se escriba la historia del Arte costarricense (¡se la echa de menos!), habrá que destacar que nuestros mejores escultores han salido del humilde taller y no de la pomposa academia de arte. Prueba de este aserto son las personalidades y obras de Francisco Zúñiga, Juan Manuel Sánchez, Néstor Zeledón Varela y Juan Rafael Chacón. Ellos empezaron a trabajar duramente con los materiales y el aprendizaje de las técnicas lo hicieron en los talleres de imaginería. Quiero desprender de esta fuente el dato que el escultor Chacón, como los compañeros suyos, ellos los más altos exponentes de la escultura costarricense contemporánea, tienen una raíz primigenia digna de anotarse, y ella es el sentido de la artesanía. De esta conocen los secretos pero no se dejaron vencer. En cambio, sí se valen de ellos. Esos conocimientos artesanales les han sido muy útiles para crear obras que incorporan nuestras artes a las manifestaciones contemporáneas. A la vez, conservan un matiz íntimamente nuestro.

Dentro de la profusa y variada, y tan dispersa obra realizada por Juan Rafael Chacón, hay que abonarle la calidad de retratista. En todos los bustos esculpidos por Chacón hay un sano sentido del realismo como un reflejo del alma materializando la forma espiritual de la sensibilidad de los retratados.
Ahora, de golpe, recuerdo los bustos del periodista Antonio Zelaya, Juan Andrés Bonilla, Carmen Lira, Clorito Picado y los que acaba de finalizar de los próceres don Juanito Mora y José María Cañas que serán colocados en un parque de la ciudad de Puntarenas. Éstas y las otras cabezas esculpidas por Chacón no son lenguaje muerto, pues combinan arte con elocuencia. Las fisonomías de los retratados “parecen hablar” como dice el pueblo, porque el artista dispuso de todo el registro de emociones. El retrato es extraordinariamente delicado, y Chacón lo maneja con una fuerte voluntad de expresión.


Otra nota que debe abonársele al escultor Chacón es la de entender los problemas intrínsecos de la piedra, lo mismo cuando talla la madera. En la una pone un recio vigor de monumentalidad, y en la otra una sensibilidad casi de miniaturista con un sentido de delicadeza. Sus tallas son exquisitas, ya sean realistas o el motivo estilizado. En todo caso él es un artista honrado consigo mismo y con el material, y creo que éste es un gran elogio que pueden recibir pocos artistas.

En: “Diario de Costa Rica”, 12 de octubre de 1957.
Reproducido en el libro Juan Rafael Chacón, de Alejo Fumero Páez. Serie Del Creador Analizado, Nº 4. ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, San José, Costa Rica, 1977

 

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