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EL MIÉRCOLES
SANTO ES DÍA DE FATIGAS para las gentes
piadosas de mi pueblo: desde temprano llegan
al atrio y esperan su turno las mujeres, los
ancianos y los niños para entrar al templo.
Traen sobre las cabezas, o el cuadril,
cestas de bejuco.De
ellas sacan, poco a poco, con deleitosa
complacencia, las frutas más grandes y más logradas
de sus huertos, las aves mejor crecidas y más gordas
de sus corrales, las docenas de huevos más frescos
de sus nidadas.
¿Es que han vuelto
los mercaderes?
Jesús un día entró en el templo y montó en ira
santa, volcó las mesas de los cambistas de moneda y
los bancos de los que vendían palomas y les dijo: Mi
casa, casa de oración será llamada. Vosotros la
habéis hecho guarida de ladrones.
¿Por
qué entonces viene este pueblo cristiano cargado de
mercancías, en dirección del templo?
Ellos no vienen a vender, no vienen a traficar con
el estiércol del demonio. Vienen a dar porque saben
que las manos que dan nunca estarán vacías.
Jesús conoció la
perfidia de los Fariseos y les dijo: Hipócritas, por
qué me tentáis, dadme un denario, que yo le vea.
Ellos le trajeron y Él les dijo: |
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¿De quién es
esta imagen y esta inscripción? De César,
dijeron. Jesús respondió: |
Huerto en Barrio
México en 1994 |
Dad al César lo que
es del césar y a Dios lo que es de Dios.
Esta fruta, que es miel cuajada por el trópico,
estos huevos que son promesa oculta de nuevas alas,
estos lechones gordos, que son regalos de golosos,
obra son de Dios.
De envés a revés, sobre todas sus caras no hay
grabada otra efigie que la de aquel, que de la nada,
saca esas maravillas.
Dad
a Dios lo que es de Dios, ese comercio es la
primicia agradecida de quienes cosecharon porque les
fue aumentada la cosecha con bendiciones del Señor.
Allí van a convertir el templo en huerto magnífico
para gratificar a Dios, y, cuanto menos tienen y más
pobres están, más regalan, porque es de pobres ser
generoso.
Necesitan vender fruta esas mujeres para ganar su
vida, pero la más bella, la más bien cuajada, no han
de venderla, esa va para el Huerto del Señor. |
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Y huele el Huerto de
Gethsemaní a fruta fresca y a miel de abeja; huele a
rosas de agrestes rosedales; huele a leche y a
palomas, a fe y a caridad cristiana. Es la ronda de
pastores que ha movido la sandalia, sobre muchos
caminos que midió su cayado. En el centro del Huerto
está Jesús prosternado, con la faz puesta en tierra.
Su alma está triste hasta la muerte y un sudor de
sangre diluye en su cuerpo la agonía.
Padre mío, aparta de
mí este cáliz, mas si es preciso que yo lo beba,
hágase tu voluntad y no la mía.
En torno a la escultura, casi sensible, tendidos
entre las frutas y las flores, asoman las carillas
redondas de los niños del pueblo, frescos como
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Jesús es
consolado por el Ángel de la Confortación en
el año de 1989 en la ciudad de Heredia,
específicamente
frente al Parque de dicha ciudad. |
manzanas y
vestidos con largas túnicas vistosas, como
las dalias campesinas. Son los apóstoles
dormidos, los Apóstoles que no pudieron velar
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una hora.El
reloj marca el tiempo y, de rato en rato,
los que cuidan el Huerto cambian los niños
que las madres ofrecen, ansiosas de logra un campo para que el suyo
pueda tenderse a los pies del Maestro y finja dormir
una hora, mientras finge orar la escultura.
Pecado mortal de las
ficciones, era virtud angular en este doble gesto de
la madera santa, casi consciente, y de la carne
fresca, casi inconsciente. |
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