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MARTES
SANTO |
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Lágrimas de San Pedro |
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Domingo
lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Domingo |
ESTE ES EL DÍA DE
SIMÓN, llamado Piedra.
Allí va por las calles principales de la ciudad,
suspendida en andas, la efigie de este varón a quien
las gentes devotas se dan el gusto de ultrajar en la
mañana, para alabar en la tarde. Como marchaba a lo
largo del mar de Galilea, Jesús vio dos hombres:
Simón llamado Piedra, y Andrés su hermano, que
echaban la red en el mar, porque eran pescadores,
Jesús les dijo: Seguidme y yo os haré pescadores de
hombres.
Y aquellos campesinos
de pies descalzos, que no sabían hablar, fueron
elocuentes, y aquellos hombres torpes fueron astutos
como serpientes y simples como palomas. Pobres eran
y fueron llenos de la mayor riqueza, ignorantes eran
y poseyeron la mayor sabiduría porque por ellos
hablaba el Espíritu Santo.
No toméis ni oro ni
plata, ni llevéis moneda en vuestras correas, ni
saco para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni
bastón.
Llamad a las casas saludando con estas palabras: La
paz sea en esta casa
No temáis a los que matan el cuerpo porque ellos no
pueden matar las almas.
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No os empeñéis en salvar la vida porque, el que
salvare la vida, ése la perderá y el que pierda la
vida por mi causa, ése la salvará. |
Imagen de San Pedro Pontífice de la Parroquia de la
Inmaculada de Heredia. Año 1990. |
Eso era Pedro,
pescador de anchovetas y Príncipe de los Apóstoles.
Cuando Jesús sintió su gran tristeza sobre el Huerto
de los Olivos, les dijo: Esta noche es noche de
caídas, porque está escrito que el pastor será
herido, y todo el rebaño dispersado. |
Entonces Pedro,
tomando la palabra respondió: Cuando seáis para
todos causa de caída, no lo será para mí. Respondió
Jesús y le dijo: En verdad te digo que esta misma
noche, antes que el gallo cante, tú me negarás tres
veces. Ancha la frente pensadora de Simón, está
surcada en lo profundo por el dolor sé su
arrepentimiento. |
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Pedro
perjuro, Pedro infiel. Pedro débil y cobarde que
negó al Maestro, dicen las gentes devotas saboreando
el oculto deleite de maltratar al discípulo.
Allá va con las manos apretadas por la contrición,
con los ojos clavados en el cielo, sin osar
volverlos a la tierra porque en su misma peana va el
gallo trágico que le atormenta. En casa de Caifás un
ciervo le preguntó: ¿Tú estás con Jesús de Nazareth?
Y él negó diciendo: Yo no sé de qué habláis. Y,
ganando el vestíbulo oyó cantar el gallo. |
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Las gentes del pueblo
sacan el Martes Santo los suyos y los atan a
estacones que clavan al borde de las aceras. Los
gallos pendencieros que se miran en vecindad, pero
se saben asidos por la cuerda, sacuden las alas y
elevan el épico registro de su canto. Está
dispuesto, por la tradición popular, que quien los
oiga cantar en Martes Santo se descubra, junte las
manos y, arrepentido como Pedro, rece un
Padrenuestro a cada canto. Los chicos de la ciudad
corren las calles esquivando los cantos y haciendo
fiestas con ello. |
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Apenas el ave agorera
hace ademán de batir las alas, le asustan con sus
pañuelos y el canto se hiela en el clarín guerrero. |
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Se ahorran
Padrenuestros esos niños traviesos, mientras las
abuelas se detienen exprofeso a la vera de cada
estaca, esperando el pretexto para orar. |
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La Semana Santa es
época en que se inicia la estación de las lluvias.
Los días se ponen pesados y negros. Amenaza lluvia
pero suele arrepentirse el aguacero.
Eso sí, el Martes Santo ha de llover, por fuerza.
Son las lágrimas del perjuro arrepentido. |
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Si no llueve ese día
las gentes están entristecidas: observan las nubes
negras, hurgándolas con la mirada y luego se
contemplan las caras acongojadas.
Malo es el síntoma porque ello significa que no
habrá arrepentimiento en el alma de los incrédulos y
las cosechas serán pobres y mezquinas.
Pedro, tú eres piedra y sobre esa piedra edificaré
mi Iglesia. Tu es Petrus et super hanc petram
aedificabo Ecclesiam meam.
Iglesia batida sobre roca inconmovible, sea regada
con lágrimas de arrepentimiento por todas nuestras
tradiciones y perjurios. Gotitas de lluvia que os
mecéis sobre el aire de mi pueblo piadoso, caed
humedeciendo esa tierra buena el Martes Santo, para
que recuerde la fe de sus mayores y no se extinga la
tradición, que es oro de los abuelos. |
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