DOMINGO DE PASCUAS |
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El
Resucitado.–Judas Iscariote |
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Domingo
lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Domingo |
EL
PANORAMA DE MI LINDA Y DEVOTA CIUDAD DE HEREDIA ha
cambiado de la noche al día: los trajes negros que
ayer acompañaron la Procesión del Silencio han
vuelto al fondo de los viejos cofres coloniales de
las abuelas, olorosos a palma bendita, o a los
charolados roperillos de las nietas, olientes a
reseda. Han sido aplanchados de nuevo los trajes
vistosos de gasas ligeras y colores brillantes: muy
rojos, muy azules, a grandes rayas amarillas o con
alegres flores estampadas.
El
contraste es brusco, y por lo mismo notorio y
atrayente.
Las caras serias y entristecidas que la víspera
parecían llorar conmovidas por los tres clavos y la
corona de espinas, se mueven ahora a riza y jolgorio
y se iluminan de alegría.
La
misma Iglesia ha olvidado toda la austeridad solemne
de la Semana Santa en un decir amén y ha descolgados
sus enlutados cortinajes y los velos morados para
amanecer de todo trapo enflorado y decorado con
derroche de luz y de colores, como una novia
campesina. Callaron en las altas torres las solemnes
quejas de las matracas cavernosas y bajan de ellas,
como bandadas de golondrinas, los ágiles timbres de
las campanas argentinas, |
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Procesión
del Resucitado pasando a un costado del
Parque
Central en Heredia a finales del Siglo XX |
agitando ese
amanecer que apenas clarea tras de los
montes del oriente. Con los pocos días de no
oírlas, nos parece que suenan más alegres
ahora y más bullangueras, que repican más de
prisa, que sus copas se vuelcan más ágiles y
sus Badajoz golpean con mayor diligencia. |
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Han
pasado los días de las oraciones y de las
penitencias y de los ayunos. Han enmudecido los
púlpitos desde los cuales temblaron las voces de los
sacerdotes condenando el pecado y llamando al
arrepentimiento. Ahora son los coros los que se
llenas de cantos pascuales y de músicas luminosas.
Desde
el atrio de la Parroquia, y en el Parque Central, se
queman cohetes de luces y estallan bombas de trueno.
La cuadra entera está cercada por un cordón de
petardos y buscapiés que van reventando uno tras
otro, seguidamente, ruidosamente, sin solución de
continuidad, pero alternados con enormes bombetas
cada veinte varas. ¿Y cómo no llenarse de júbilo y
estallar de alegría si el Señor ha resucitado y
radiante pasea esta madrugada por todas las calles
de la ciudad mostrando su gloriosa belleza?.
Las tres Marías, que
habían venido con Él desde Galilea y siguieron, con
amor infinito, toda la tragedia del Gólgota, fueron
vueltas a la ciudad y reposaron el sábado, conforme
al mandamiento y, en este primer día de la semana,
muy en la madrugada, cuando apenas apuntaban los
primeros claros del alba, han vuelto al sepulcro de Arimathea trayendo ungüentos y drogas
aromáticas.
Su maravilla ha sido
grande, y su asombro más todavía, porque hallaron
revuelta la piedra pesada que cerraba el Sepulcro y,
entrando en él, no hallaron cuerpo alguno.
Y aconteció que estando ellas espantadas de cuanto
sus ojos presenciaban, se pararon junto a ellas dos
varones apuestos, con vestiduras blancas iluminadas
por una luz extraña.
Y, como ellas se llenasen de temor y bajasen el
rostro a tierra, ellos les hablaron:
–¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Que
no está aquí, mas ha resucitado. Acordaos lo que
habló cuando aun estaba en Galilea, diciendo:
–Es menester que el Hijo del Hombre sea entregado a
manos de hombres pecadores y sea crucificado y
resucite en un tercer día. Entonces ellas notaron
que sobre las espaldas de esos mancebos les nacían
alas y entendieron que eran ángeles. Y volvieron del
Sepulcro dando voces y pregonando las nuevas de
todas estas cosas. |
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Y así lo dijeron a
los Once Apóstoles. Pero a ellos les
parecieron como locura las palabras de ellas
y no las creyeron, Y dos de ellos tomaron el
camino de Emaús que es ciudad que está a
sesenta estadios de Jerusalén.
Esta es la alegría que la ciudad celebra en
esta madrugada brillante. La Banda Militar,
vestida de gran gala, con pompones de pluma,
y a paso marcial, recorre la ciudad entera
despertando a los vecinos con pasa-calles
ruidosos y con alegría inaudita para darles
la buena nueva.
¡Oh ciudad descreída! No os dais cuenta de
que Simón Pedro, de descreído pescador de
Cafarnaum, lleno de desconfianza fue a
indagar con sus ojos y solo encontró los
lienzos desparramados dentro |
Representación de Las Tres Marías en el
Monte Calvario durante la
Semana
Mayor de 1950 en el centro del Parque de la
ciudad de Las Flores. |
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del alveolo de la
roca.
Ciudad loca que vas
por el mismo camino que conduce a Emaús, a sesenta
estadios de Jerusalén, hablando de todas las cosas
que han acontecido y murmurando de vuestros vecinos
y debatiendo de vuestros negocios sin creer que el
Señor ha resucitado.
¡Oh insensatos y tardos de corazón! ¿No era
bastantes que el Cristo padeciera cuanto le visteis
padecer, sino que todavía dudáis? Flacos sois y
sordos sois. ¿Qué esperáis para los ojos? ¿No
sentíais acaso que os ardía el corazón mientras os
acompañáis, sin que lo adivinaseis en ese camino de
Emaús? El os dirá siempre su mejor palabra: La paz
sea con vosotros.
No os maravilléis entonces, ni penséis que veis
cosas de ilusión.
El os dice: Mirad mis manos y mis pies, que
yo mismo
soy. Palpad y ved que el espíritu no tiene carne ni
huesos, como veis que yo tengo.
Pescadores y
pescadoras de mi devota ciudad de Heredia, dadle a
ese peregrino de Emaús vuestro pez asado y un panal
de miel para que se cumpla la Ley que está escrita y
la voz de los profetas y el canto de los Salmos.
La ciudad está también afanada en otro afán, pero
mundano y de menuda importancia. Quiere quemar la
efigie de Judas de Karioth para vengar con eso su
traición al Maestro. ¿Por qué cebarse en ese pobre
hombre, instrumento inconsciente de lo que tenía que
suceder y no os castigáis vosotros mismos que todos
los días, y con plena conciencia, traicionáis al
Maestro que decís adorar?
La
noche anterior a este Domingo Pascual, todas las
gentes mozas y alegres de la ciudad recorren las
calles paseando un muñecote de trapos, relleno con
paja y con petardos.
Cabalga a la jineta sobre un caballo matalón y
triste, empujado por la multitud. Se balancea sobre
su lomo, casi hasta caer, y no cayendo por milagro
de los brazos alegres de la muchacha que lo
sostiene.
Y, cuando entra bien la noche y son horas altas, se
distribuyen en pequeñas patrullas, por todo el ancho
de la ciudad, los más fogosos y alborotadores de
ellos.
Allí van al frente Memo Sáenz, el apuesto mancebo
lleno de ingenio y Víctor Dobles, el inquieto
barbero que más sabe historia de maravillas y Andrés
Balmaceda, el orfebre habilidoso que trabaja una
hora para divertirse veintitrés, Allí van Concho
Morales, el más valiente y Agustín Gutiérrez, el más
pendenciero y va toda la muchedumbre alegre de tras
de ellos, registrando la ciudad y husmeando todos
sus rincones.
¿Qué registran? ¿Qué cosas buscan?.Todo mueble, todo
utensilio, todo trasto, toda cosa que sea posible
desplazar. Unos traen aquellas bancas de cedro
tallado con que los abuelos decoraban sus corredores
coloniales. Otros traen los rótulos volados en que
los dentistas y médicos anunciaban sus consultas.
Aquellos vienen arreando unos terneros, estos otros
traen un caballejo desvalido. Estos robaron unos
patos y aquellos una jaba de gallinas. Y arados
viejos y picos y palas de labriegos y serruchos y
martillos de carpinteros y artesas de algún camastro
de hotelillo pobre y albardas de las caballerizas.
Aquellos locos echan los bofes arrastrando carretas
vacías o rodando los viejos morteros en que pilaban
el café del gasto familiar. |
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Los
directores de este movimiento están
acuartelados en la amplia casona de don
Paulino Ortiz, que fue Cárcel Vieja y se
ubicaba donde hoy esta el Teatro Astral.
Allí tienen garrafas de ron y frascos de
mistela y acemitas de pan moreno, y canastos
de polvorones y bizcotelas y cestas de
tamales y, al lado, racimos de cohetes y
pelotas de bombas y manojos de cachinflines.
Desde ese cuartel general dan sus órdenes
los coroneles del desorden.
La policía consiente y ampara a los truhanes
que esa noche tienen patente de corso. Los
vecinos se hacen de la vista gorda y uno que
otro arma pequeñas camorras que paran en
rechiflas y resultan inútiles.
Y todo ese río de tarantines y trebejos va a
asentarse a la Plaza del Carmen formando
altas pirámides.
La madrugada les sorprendía bebidos de ron,
roncos de gritar, cansados de dar trotes y
todavía en carreras y ajetreos.Entonces, apenas pasada la ceremonia religiosa, y
entrada ya la procesión del Resucitado, venía el
remate.
Cada dueño tenía que presentarse a reclamar
personalmente sus tarantines y sus
animalejos y le caía encima la cuchufleta
hiriente y el chiste burlón y le sucedía la
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Quema de Judas, dibujo a plumilla (
Anónima) |
risa de los
vagabundos salteadores a los que se unían
hasta los más austeros patricios, riendo
debajo de las barbas. Y ¡ay! Del que no
reclamase allí mismo, y en persona. Lo que
le era propio, porque se verificaba el
remate a favor del hospital.
Luego uno de
buena voz, desde una mesa que hacía de
tribuna, leía el testamento de Judas. Era el
tal una hoja de chistes, escritos en malos
versos por contribución de todos los poetas
y poetastros callejeros.
Cada uno ponía su sal y su pimienta y a
veces resultaban verdaderos golpes de
ingenio o de malacrianza.
La memoria recogió algunos inocentes
pasatiempos como éste, a un gobernador
cara-agria que no saludaba nunca:
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“Yo mi sombrero francés
le dejo al Gobernador
por ser un hombre cortés,
Amable y saludable”.
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Otras con un poco más de intención, mordían a un
sacerdote medio alegre que había abierto una
escuelita de canto cristiano:
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“Dicen que el Párroco nuevo
es hombre de tanto rango
que ha abierto una escolanía
Para dar clases de tango”.
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Otras tenían tamaña ponzoña escondida y eran crueles
como serpientes:
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“Nadie conoce razón,
ni se lo puede explicar,
por qué a un señor diputado
Lo llaman hoy PUTIFAR”. |
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Señor del Triunfo de la Parroquia de
la Inmaculada
de talle costarricense, policromada
y de vestir |
Y leído el testamento, que traía a veces cola de
palo y trompadas y verificado el remate, que a veces
aparejaba disgustos, y entre el gentío regocijado
que reía y la paciencia casi agotada de quienes
recogían su banca o su cochinillo, escapaban éstos
dando tumbos contra la multitud para salir a flote
mar de regocijo oleando en risas.
Entonces, como número final, se llevaba a media
plaza el muñeco de trapo y se le enjuiciaba por
traidor, acusándolo en una filípica disparatera, y
se le encendía la mecha para que se quemase aquella
cabeza llena de triquitraques y aquella panza
henchida de bombas, para que purgase así su crimen
quién vendió al amigo y acarició, codicioso, las
treinta monedas de la venta. Porque, aun hablando
Jesús vino Judas, el de Karioth, que era uno de los
Doce, y con él una compañía de
espadas y palos de parte de los
Príncipes de los Sacerdotes y de los
escribas. |
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Y el que le entregaba había dado señal
común diciendo: al que yo besare, aquél es.
Prendedle y llevadle con seguridad. Y recibió un
bolso con treinta denarios.
Pero viendo Judas que su Maestro era condenado y
muerto en cruz, arrepentido tardíamente, tornó las
treinta argénteos a los Príncipes de los Sacerdotes,
diciendo: Pequé vendiendo la sangre inocente, y
arrojando los argénteos en el templo, se apartó y,
apenas ido, se ahorcó. Para ahorcarlo en efigie y en
espíritu se ha reunido la ciudad y está alegre y
regocijada porque así castiga la traición y termina
si SEMANA SANTA con esta nota de pública vindicta,
para que no lo olviden, ni lo echen en saco roto
cuantos esto leyeren y aquellos vieren.
“Y hay también otras muchas cosas
que hizo Jesús, que si se escribiesen
cada una por sí, ni aun en el mundo
pienso que cabrían los libros que se
Habrían de escribir. Amén”
. –San Juan Cap. XXI. Vers.25.
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Revisado el:
13 de octubre de 2014 18:58:13 -0600. |
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